LA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA REAL
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 25.05.13
En Leipzig toda Alemania, con el presidente
Gauck y la canciller Merkel a la cabeza, han honrado los 150 años del SPD
EXISTIÓ un «socialismo real» porque lo
llamaban así quienes se lo habían impuesto a los pobres pueblos que lo sufrían.
Decían entonces que era «el socialismo real» un paso intermedio desde el
capitalismo hacia el nivel máximo de desarrollo social humano que sería el
comunismo. En este último estado de felicidad y plenitud, el orden social no
requeriría ya de un centro de poder porque los seres humanos vivirían en un
estado de permanente armonía. Era un objetivo aquél tan ambicioso y bello que
merecía cualquier sacrificio necesario. Allá donde los comunistas se hicieron
con el poder ya en 1917, dejaron claro que sus objetivos eran tan excelsos que
era crimen resistirse. Cualquiera que fuera obstáculo o retrasara el avance de
la humanidad hacia una sociedad libre de explotación, sufrimiento, escasez,
envidias y egoísmos merecía el peor castigo. Y ese casi siempre suele ser la
muerte.
A lo largo de la historia muchos otros
tuvieron el sueño de aquel final feliz de una sociedad sin clases ni necesidad,
toda fraternidad y libertad. Y algunos no se dejaron extirpar ni anular un
valor muy cristiano, que era el carácter sagrado del ser humano. Así, se separaron
comunistas y socialistas en el camino hacia el objetivo común. Pero no siempre
y nunca del todo. En las grandes crisis del siglo XX, partidos y organizaciones
socialistas acababan asumiendo el credo de los comunistas de la dictadura del
proletariado y de «romper huevos para hacer la tortilla», es decir, asumir con
más o menos placer la necesidad de matar y reprimir al adversario para avanzar
hacia la sociedad sin clases. España es un claro caso de esto durante la Guerra
Civil en la que los socialistas muchas veces estuvieron más radicalizados que
los comunistas. En Alemania sucedió en 1918 cuando se proclamó la «república de
consejos», como en Rusia, o en la fugaz Hungría bolchevique de Bela Kun.
En Alemania fue también fugaz. Y dio paso a
la República de Weimar. Después de la experiencia de 1918 jamás volvieron a
caer en la tentación de unirse a los comunistas. Por el contrario, la alianza
con Stalin en 1939 y el aplastamiento de la socialdemocracia en la parte de
Alemania bajo ocupación soviética fortalecieron el carácter democrático del
SPD. En Bad Godesberg, en 1959, despidieron al marxismo y toda intención de
superar la economía de mercado y la democracia. Fue Willy Brandt, curado de
espanto del estalinismo, quien llevó al SPD a la cancillería y a defender
Berlín oeste como el bastión de la libertad. Y fue Helmut Schmidt el que hizo
frente al chantaje soviético con la Doble Decisión de la OTAN y encauzó así el
derrumbe de la URSS. Socialdemócratas por la libertad. En Leipzig ahora, toda
Alemania con el presidente Gauck y la canciller Merkel a la cabeza, han honrado
los 150 años del SPD, un partido que renunció al paraíso por respeto al ser
humano y descubrió la democracia como la mejor forma de conquistar libertad y
dignidad día a día.
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