The Unending Gift

jueves, marzo 28, 2019

EL SALTO A LA PESADILLA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Martes, 26.03.19

Todo voto es útil si evita la senda venezolana en España

TENÍA razón ayer Ignacio, mi vecino Ignacio Camacho, al advertir de que Podemos es una terrible amenaza que se incrementa por ser subestimada. Lo es por diversas razones. Por el espectacular deterioro de la imagen, política, personal y hasta física, de su líder Pablo Iglesias. Por las debilidades que hoy ya son de dominio público, de un partido siniestro pero frágil, tan fanático como vividor, mitad cheka soviética, mitad parranda golfa. Ya se conocen su ineptitud, su desunión, su frivolidad y su corrupción. Dan menos miedo. Ya se sabe que sus dirigentes son tan vulgares como la inmensa mayoría o más. También porque las cifras cantan. Los sondeos muestran una clara tendencia al desfondamiento. Que se confirma en las calles con los fiascos de convocatoria a lo largo del pasado año. Y que ha vuelto a quedar en clamorosa evidencia en el raquítico mitin del retorno del maltrecho profeta. Cuya frase más brillante en ese momento estelar ha sido: «Después de tres meses limpiando culos me siento más preparado para ser presidente».
El ridículo que hacen Iglesias y su consorte Montero cada vez que hablan de su nuevo estado como padres y propietarios en la casa de La Navata no debe ocultar la seriedad de la amenaza extrema para la democracia y unidad nacional. Este peligro del triunfo de una voluntad totalitaria llega bien disfrazada. Pedro Sánchez, usurpador desvergonzado
del aparato del Estado, abusa a diario del mismo sin ningún escrúpulo. Con la servidumbre de los medios, públicos y privados, construye una fachada electoral de proyecto de gobierno moderado. Su pretensión de engaño llega a modular voz y gestos para ocultar la violencia interior que sacude a ese hombre tan poco sereno y equilibrado. E igual que tras sus sonrisas hay rabia, tras la fachada política de la moderación está el proyecto de cambio de régimen que Pablo Iglesias aspiró a encabezar. Sánchez le ha robado la cartera. Le ha quitado el programa y el mensaje, aliados, tiempos y votantes, todo. Hasta la energía física y la imagen dinámica y juvenil se la ha arrebatado Sánchez a un Iglesias avejentado, que parece haber compartido con sus hijos todos los biberones del trimestre. Sánchez le ha sorbido el alma. Sánchez es Iglesias con buena planta. Lo inaudito es que sus adversarios políticos no han reaccionado aun. PP y Cs actúan como si aspiraran a gobernar en solitario. Y si no, llevarse bien cuatro años con el rival gobernante. No podrán ni lo uno ni lo otro. El Frente Popular bajo Sánchez/Iglesias llega para acabar con el régimen y la continuidad histórica de la nación española. Los tres partidos que defienden la Constitución, la unidad nacional y la Monarquía, PP, Cs y Vox, tienen la misión histórica de hacer frente a quienes –Sánchez no lo oculta– tienen su modelo en un Frente Popular que mataba a su oposición. Yerran quienes pretenden que un hipotético acuerdo con Cs evitaría la marcha de Sánchez contra la España constitucional y por el cambio de régimen. Con Europa inmersa en una vorágine de cambios, nadie espere ayuda exterior para defender instituciones, leyes y reglas democráticas. Estas serán un obstáculo para quienes, con Sánchez/Iglesias a la cabeza, destruirán la economía en meses y recurrirán pronto a medidas especiales para aumentar dependencias y reprimir las quejas. PP, Cs y Vox no deberían perder una frase ni instante en criticarse. Toda su campaña ha de centrarse en explicar a los españoles que si se dejan engañar por Sánchez/Iglesias, España dará un salto hacia la pesadilla que será de muy difícil retorno pacífico hacia la democracia y la libertad.

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