EL GANADOR APESTADO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
20.01.17
Trump es un candidato a todas luces inapropiado que ha
ganado por ser verdad
HOY se convierte en el 45 presidente de los Estados Unidos,
de la primera potencia del planeta, Donald Trump, un hombre del que se ha reído
media humanidad. Una persona a la que se ha ridiculizado e insultado durante un
año en los principales medios de comunicación de todo el mundo. Que ha sido
despreciada pública y abiertamente por nuestros gobernantes europeos y hasta
por el último mequetrefe de la política local en el Tercer Mundo. Contra quien
se fraguó la mayor alianza jamás vista de poder político y financiero, gran
dinero, mundo del espectáculo, la ciencia, la llamada cultura y subcultura y el
mayor frente mediático nunca visto contra un solo hombre. Todos con todo contra
él. Una coalición universal absolutamente colosal se puso en marcha a lo largo
de 2016. Todos unidos, sin reparar en gastos ni medios ni métodos. Para parar
los pies a un ignorante, imbécil, fracasado, quebrado, desequilibrado,
mentiroso, farsante, impostor, pretencioso que se decía más rico de lo que es
en realidad, narcisista, pervertido sexual y rijoso hombre de negocios. El
resultado, hoy en televisión: Donald Trump entra en la Casa Blanca tras la toma
de posesión en el Capitolio. Ahí estarán las imágenes de la derrota de la
colosal alianza anti-Trump que fracasó en su objetivo de acabar con este hombre
y sus aspiraciones.
No ha podido ser. Porque con la décima parte del dinero
gastado por su rival, el abominable hombre del peluquín color zanahoria ha
humillado a la arrogante candidata que el mundo había designado vencedora. A
ella la habían presentado como lúcida, experta, sensible, generosa, tolerante y
multicultural, progresista y feminista. Y todo el universal frente de la
corrección democrática ponderó las dotes y cualidades de su favorita. Pero no
convencieron a quienes tenían papeleta para votar donde había que hacerlo. Su
candidata era falsa con notoriedad y la soberbia y la impostura los llevaron al
fracaso. La herida es profunda. Y no hay atisbo de humildad inteligente en los
derrotados, desde los medios europeos a los más radicales grupúsculos de la
izquierda que han tomado el Partido Demócrata. Pretenden estar en guerra permanente
con el presidente con la intención de que no acabe el mandato. Que varias
docenas de representantes de ese partido no acudan hoy a la ceremonia demuestra
que no han superado la humillación. Cuando lo creían todo controlado. Y ahora
ponen en cuestión las reglas y no aceptan los resultados. Ahí se ve que es
cierto que EE.UU. envejece y adopta miserias de sociedades viejas, cínicas y
maleadas como las europeas. Si no, no mentirían tanto estos adalides de la
superioridad moral ni odiarían tanto ellos que se declaran la vanguardia de la
tolerancia.
Trump es un candidato a todas luces inapropiado que ha
ganado por ser verdad, por ser con sus exageraciones fundamentalmente
auténtico, frente a la enfermiza y calculadora hipocresía de su rival y de esa
alianza del poder establecido con la izquierda ideológica. Trump ha formado un
gobierno de personalidades extraordinarias que deberá suplir las muchas
carencias propias y que habrá de marcarle los límites. Es una fórmula
razonable. El éxito de Trump ha demostrado que las sociedades desarrolladas han
llegado al punto de saturación, al hartazgo, con ese discurso dominante en
radical divorcio con la realidad inmediata. Es también un mensaje para
gobernantes europeos. El hombre ridículo que ganó contra el mundo toma posesión.
Ni el éxito ni el fracaso de esta presidencia están escritos. Porque ambos son
posibles. Al mundo libre le convendría en todo caso que ese fracasado frente
que hoy aun deshonra la ceremonia no intente redimirse en un permanente
sabotaje a la presidencia de EE.UU. Sería mal negocio para todos.
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