The Unending Gift

jueves, enero 12, 2017

SOBRE LA MENTIRA RADICAL

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Viernes, 13.01.17


Trump ha elegido a individuos libres, no hay ni un adulador, ni un pelele ni un amiguito del alma

FUE ayer en un programa matinal de esos que, cuando no te está dando lecciones de democracia algún jefecillo de Podemos que cobra de una o dos dictaduras, te piden dinero para que delincuentes muy sensibles puedan hacer magia perversa con sus hijas enfermas. Es decir, en uno de esos programas en los que la sentimentalidad se sirve en cubos y cruda para entontecer y encanallar a la sociedad española. Tuvieron la mala idea de conectar con Roberto Centeno, doctor ingeniero de Minas por la Universidad Politécnica de Madrid, doctor en Ciencias Económicas y catedrático de Economía de la Escuela de Ingenieros de Minas de la UPM. El profesor Centeno es un hombre de grandes conocimientos. Pero tiene un defecto que en este país pesa: le irritan hasta el paroxismo la tontería y la ignorancia. Tiene un pésimo humor y nula paciencia para quienes combinan ambas. A nadie extrañará que en la televisión se pase la mayor parte del tiempo hecho un basilisco. Parece que ahora es el representante de Donald Trump en España, signifique eso lo que signifique. Como suele insistir en que lo blanco es blanco, se le tacha de ultraderechista. Como a cualquier hombre libre. Ayer estalló cuando escuchó a una periodista lo siguiente, cito de memoria: «Los nombramientos de Trump son infumables porque ninguno tiene ninguna experiencia en nada y su único mérito es ser amigos suyos». Nadie en el plató la contradijo, nadie objetó nada. Salvo Centeno, que estaba en conexión desde fuera. La frase es magnífica como paradigma de muchas que circulan hasta convertirse en mantra de la tribu periodística. Porque nada en ella es cierto. Los nombramientos de Trump brillan todos ante el Congreso y reciben hasta apoyos ajenos. Ninguno de los principales cargos será ocupado por ningún amigo personal de Trump. Todos son unos triunfadores y los mejores en aquello que hacen. Pleno total. Todo en esa frase de la periodista es incontestablemente falso. ¿Que qué pasó? No hubo infarto. Pero casi. A Centeno le dio un alipori, intenso ataque de vergüenza ajena y rabia que genera peligros vasculares, ante el desprecio que es una frase tan radicalmente incierta. The opposite is true. Lo cierto es lo contrario. En el plató todos tacharon a Centeno de intolerante, semisalvaje o «fascista», como dijo el director de una hojilla de extrema izquierda. Hasta «Trump» le llamaron. Hace falta ser desalmado.

Trump, el de verdad, es un personaje difícil, impredecible en ciertas cosas y nada pulido. Para compensarlo, tiene una autenticidad de la que carece por completo la parejita del pringue merengue. Que se despidió con lagrimitas en Chicago después de una presidencia lamentable y un traspaso de poderes que, en su deslealtad institucional y mala fe, raya en la traición. El equipo que Trump ha logrado componer equivale al que tendría un jefe de Gobierno español que pudiera llevarse a su gabinete a Pablo Isla y otros quince como él en todos los campos. Es decir, un imposible metafísico en Europa y hasta ahora también en EE.UU. Ya veremos cómo lo hacen. Él y su Gobierno. Claro está que Trump ha cogido a individuos libres que nada le deben, mejores que él, que le dirán la verdad y jamás comprometerán su prestigio personal en ninguna locura. No hay ni un adulador, ni un pelele ni un amiguito del alma. Como aquí. ¿Verdad? Muchos se espantan porque Trump no se deja intimidar por quienes no paran de mentir para dañarle. E inventan situaciones para intentar evitar lo inevitable. Si a Trump se le fuera la cabeza, su equipo de gobierno y su partido ayudarán en el impeachment. Si no, puede que todos juntos hagan historia de la muy grande.

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