UN DÍA PARA EL ODIO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
10.02.17
La mentira de la Guerra Civil de buenos y malos atenta
contra la paz
QUE el PSOE anunciara ayer que considera urgente desenterrar
a Francisco Franco revela las prioridades de quien no tiene hoy otra idea que
ofrecer que la de una revancha contra todos los que no sean ellos. Cuando
Europa y el mundo entran en una revolución de dimensiones incalculables y
fascinantes y efectos aun ignotos, la izquierda española es incapaz de
articular ni una idea que movilice salvo el resentimiento y el odio a su
enemigo favorito, a Franco. No pueden perdonarle al dictador que muriera en la
cama, sabedor que su funeral atraería a multitudes. No le perdonan esa muerte
plácida porque desmiente toda la montaña de mentiras fabricadas durante cuatro
décadas después para justificar el hecho de no haber existido como resistencia
a la dictadura. Los españoles no sometidos al gota a gota de ignorancia,
fabulación y sectarismo, los que aun tienen memoria, conocimiento y honradez,
saben cuánta resistencia hubo al régimen y de quién fue la poquísima habida.
Los abuelos de casi todos los españoles vivieron el franquismo desde mediados
del siglo con normalidad y creciente provecho, colaboración y toda la
complicidad y ventajas derivadas que el régimen permitiera. Después, los
españoles prefirieron casi todos, para no sufrir señalamientos ni represalias,
por comodidad o cobardía, repetir la burda milonga de que habían sido grandes
antifranquistas. Y con la grotesca equiparación de franquismo y nazismo han
pretendido explicar que la resistencia de esos abuelitos fuera tan clandestina
que no la percibieron ni ellos mismos. Es la gran mentira antifranquista que ha
hecho impune toda mentira posterior en España.
No creo que nadie deba convertir en un problema la
exhumación de Franco y su enterramiento posterior con su mujer y familia en el
cementerio de El Pardo. Es lo que él había previsto. Aunque nadie dude tampoco
de que, como necesitan a Franco esté donde esté, el PSOE y otros solicitarán
dentro de unos años que se le exhume de El Pardo y poco menos que se lancen los
huesos a una rehala de perros como acto de justicia histórica. Al tiempo. Con
la otra iniciativa sí deberían tener cuidado todos, desde el PSOE a ese PP, hoy
más «progresista» que ayer, pero menos que mañana. La propuesta de un día de
memoria de «las víctimas del franquismo» busca imponer al Estado la exaltación
de media España en humillación de otra media. Y crear dos clases de españoles,
según su cercanía al Frente Popular. Ni ese día ni nada podrá imponer la
obscena falacia de la «guerra de la democracia contra el fascismo». Ni borrar
la verdad del choque entre dos opciones dictatoriales y golpistas ambas. No
podrán hacerlo a no ser que logren prohibir el saber la verdad y decirla. Si
hay un día para las víctimas del franquismo, ha de haber otro para las del
Frente Popular. Y otro para las de ambos. La transición asumió que todas las
víctimas de guerra entre españoles, desde los primeros curas asesinados en 1931
a los últimos fusilados republicanos, eran los caídos de todos. Que la guerra
fue una tragedia común con culpables, criminales, víctimas y héroes en ambos
bandos que juntos debíamos recordar, lamentar y honrar. Desde hace años, la
izquierda impone como historia una mala película de buenos y malos que es una
agresión y un insulto a la verdad, a los españoles y a la inteligencia. Lo hace
sin resistencia. Es una mentira que, so pretexto del antifranquismo, hace
apología de una ideología criminal y justifica y blanquea su feroz lucha contra
la libertad. Institucionalizar esa mentira nada inocente, supone instituir un
día de odio entre españoles. Habrá quien piense que es lo que necesitamos.
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