MARINE Y LOS DEMÁS
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 22.04.17
No está claro que en la segunda vuelta se vayan a unir todos
los demás partidos contra Le Pen
Mañana se sabrá quiénes van a ser los dos candidatos a la
presidencia de la República de Francia que llegarán a la segunda vuelta del 7
de mayo. Aunque nadie se fía ya de las encuestas, ninguno alcanzará el 50% de
los votos que lo haría presidente de inmediato. Al final se han tensado las
previsiones. Cuatro, el conservador François Fillon, la derechista Marine Le
Pen, el social-liberal Emmanuel Macron y sorprendentemente, gracias a su
remontada en el último tramo preelectoral, el paleocomunista, Jean-Luc
Melenchon, tienen posibilidades de estar entre los dos finalistas. Ha
sorprendido mucho la remontada de un Melenchon radical, comunista y paladín de
furias filochavistas y podemitas. Pero no menos que François Fillon sobreviva a
meses de escándalos de nepotismo e irregularidades por una documentada codicia
voraz.
Ambos están muy cerca en las encuestas de los dos favoritos
para la segunda vuelta que son hoy Macron y Le Pen. Todas indican que Le Pen
estará en la segunda vuelta. Lo que no todos dan ya por seguro es que suceda
como siempre: que en la segunda vuelta todos se unan y voten al candidato adversario
al FN. Ese «frente común contra la ultraderecha» se ha practicado en muchos
países del norte de Europa. Ya no funciona con el automatismo de antes. El
descontento y la realidad social nutren a la derecha marginada mientras todos
los demás pierden su perfil en el batallón de la corrección política e
inmovilismo. Aunque se tache de «nazis» o «fascistas» a los partidos
derechistas. Lo cierto es que en su mayoría no lo son y han consolidado su
presencia transversal en la sociedad. Desde luego en Francia. No está ya
garantizado que cualquiera de los tres gane a Le Pen. Se da por seguro que
Fillon lo haría. Pero entre los dos extremos, Melenchon podría perder. Y nadie
garantiza que el voto de Fillon vaya todo a Macron si es este el finalista con
Le Pen. La parálisis francesa de lustros perdidos ha generado un hartazgo
difícil de valorar en una sociedad sin anclajes y tan líquida ya como otras
europeas. La victoria de Le Pen sería un tremendo golpe para la realidad
europea. Pero nadie puede pensar que las otras opciones harán sostenible por
mucho tiempo la continuidad del actual estado de cosas.
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