MISA EN LA CAPITAL ESCOCESA A FAVOR DEL VOTO EUROPEÍSTA
Por HERMANN TERTSCHEnviado Especial a Edimburgo
ABC Viernes, 24.0.16
En Edimburgo no se vivió la crispada polarización que
sacudió a Inglaterra
Canongate El párroco de la
iglesia de Canongate, donde está enterrado Adam Smith, reza por la permanencia
Sin confiarse Jóvenes hacen campaña a favor del voto: «Que nadie crea que la victoria de
Remain está asegurada»
«Esperemos que el
voto sea razonable y optemos en mayoría por quedarnos. Si no, vamos a tener
inmensos problemas. Si nos vamos como Reino Unido de la Unión Europea, nosotros
tendremos otro referéndum aquí en Escocia para irnos del Reino Unido y
quedarnos en la Unión Europa. Pero será todo duro, agresivo y muy complicado.
Estallarían juntos muchísimos problemas, también sociales». Habla así Douglas
Smith, un profesor que quiere quedarse en la UE y teme el voto «de la
Inglaterra pequeña, la que sueña con el aislamiento espléndido». Lo decía al
mediodía de ayer sentado en una escalera en Queen Street, una de las zonas
elegantes del centro donde el Brexit tiene poco predicamento. Es cierto que las
élites y los ricos son europeístas. Más en Escocia que en Inglaterra. Pero
también lo son otros como Clay, un albañil de 29 años, que trabaja no lejos de
allí en la reforma de una magnífica casa, pero vive muy lejos del centro. Él ya
había votado a primera hora. Reconocía haber votado «Remain», pero también que
lo había hecho por miedo. «Sobre todo por miedo». Como decía la noche anterior
un viejo camarero, «dar el paso hacia lo desconocido en una decisión así es muy
difícil».
REUTERS
Nicola Sturgeon votó con su
marido, Peter Murrel, en Glasgow
También lo era en el
referéndum de 2014, pese a toda la épica y retórica nacionalista, y lo era ayer
para romper con una UE en la que han nacido todos los que no son ancianos. Pero
Clay reconocía que muchos de sus amigos, a pesar de la incertidumbre, habían
votado el Brexit. Amigos de su barrio, trabajadores como él, que creen que el
Reino Unido puede volver a ser grande si se libera de Bruselas. Esa opinión
también se da en Edimburgo que, según estimaciones de su universidad, podría
ser el rincón del Reino Unido en el que más se vote a favor de la permanencia
en la Unión Europea.
En Escocia no hubo
una campaña de polarización rayana tantas veces en el enfrentamiento y la
descalificación. Se daba por hecho una mayoría por el «Remain», no se movilizó
y al final ha cundido el miedo. «El pánico», dice Ella, una joven estudiante
inglesa que vino a Edimburgo a hacer campaña ayer. Repartía en Princess Street,
a los pies del castillo, unos folletos que rogaban a los viandantes que se
acercaran a votar si no lo habían hecho. Que nadie creyera que la permanencia
estaba asegurada. Según decía con humor, en el sureste de Inglaterra, de donde
es ella, nadie se iba a olvidar de votar después de estos meses de
enfrentamientos virulentos.
No así en Escocia,
donde también la prensa, «The Scotsman» a la cabeza, pedían participación para
que no hubiera un amargo despertar. «El voto de los escoceses debe importar».
La ministra principal y líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP), Nicola
Sturgeon ha advertido de que, en el caso del Brexit, Escocia prepararía pronto
un nuevo referéndum sobre su propia independencia para seguir en la UE, pero
además con un rápido abandono de la libra esterlina para abrazar el euro. Eso
es más fácil decirlo que hacerlo. El camino sería complejísimo, lleno de
problemas y sobresaltos. La economía de Escocia ya no es la que era con el
petróleo del Mar del Norte a unos precios por las nubes que jamás volverán.
Miedo y odio
La preocupación era
ayer general entre quienes llegaban en goteo constante al colegio electoral de
la parroquia de Mayfield-Salisbury. De allí salían ayer Felice y Laura Cassidy,
una pareja que antes de tener a los dos niños que llevaban, vivieron en Córdoba
y Vilanova. Con los brazos más tatuados que Beckham. Felice se proclamaba
europeísta convencido «por los niños y por nosotros». Como gane el Brexit
quiere hacerse con un pasaporte de Italia, de donde es su madre. «Se ha
generado odio. Pero ante todo miedo. Miedo al futuro, miedo a lo desconocido y
miedo a la inmigración». Ayer entre los votantes en Edimburgo había miedo a
entrar en un nuevo proceso hacia lo desconocido. A nadie extraña que la iglesia
de Edimburgo haya celebrado misas abiertamente europeístas. La última ayer en
la iglesia de Canongate en cuyo bello cementerio ajardinado reposa un sabio
escocés estudioso del bienestar de las naciones que no sabemos qué pensaría de
presenciar estos momentos. Se llamaba Adam Smith.
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