KAPUTT: MERKEL Y EL PERIODISMO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 07.03.17
El periodismo se sometió al Gobierno
para ocultar hechos y difamar a discrepantes
LA canciller Angela Merkel sufre estos días un intenso
deterioro de imagen que amenaza con colapsar por la combinación envenenada de
un conflicto inmediato, el que se ha abierto entre Berlín y Turquía, y las
revelaciones de un libro de contenido explosivo. La inmensa operación de
mentiras del consenso socialdemócrata de la clase política y mediática en torno
a la llegada de la masa de refugiados que ha cambiado Alemania en año y medio
está a punto de quedar al descubierto. Los efectos sobre las elecciones de
septiembre son imprevisibles. Merkel sufre duros ataques por su falta de
reflejos ante las agresiones verbales del presidente turco Recep Tayyip
Erdogan. La negativa de ciudades alemanas a que ministros de Erdogan hagan allí
campaña por su nueva constitución caudillista y la pena de muerte trajo una
reacción brutal de Erdogan. Ha calificado a Alemania de «régimen nazi» y
amenazado con llamar a un levantamiento de los tres millones de turcos que
viven allí. Este inaudito bombardeo de improperios y amenazas apenas ha tenido
respuesta. Una canciller noqueada, lenta y torpe en la reacción, obsesionada
por evitar una escalada frente al matonismo de Ankara, «está permitiendo que el
presidente turco trate a Alemania como a una provincia suya», según decían ayer
medios políticos y periodísticos.
Pero todo es susceptible de empeorar. Pronto puede ser dramática
la posición de Merkel, de su partido y también del socio de la gran coalición,
el SPD, por una publicación con potencial para ser políticamente letal. El
libro «Los arrollados. Merkel y la política de refugiados. Informe desde el
interior del poder», del periodista Robin Alexander, revela que, después de
decidir ella sola abrir las fronteras el 4 de septiembre de 2015 para acoger a
los 10.000 refugiados estancados en Hungría, Merkel fue plenamente consciente
de las consecuencias catastróficas de su decisión. Y el día 13 quiso cerrar las
fronteras a cal y canto. El despliegue policial se realizó, pero no se ejecutó
el cierre por miedo de Merkel a problemas legales y a la difusión de las
imágenes de los probables disturbios. Por ello dio un giro de 180 grados y en
vez de cerrar herméticamente, abrió total e indefinidamente la frontera. Lo
cierto, dice el libro, es que fue mentira que Merkel abriera y mantuviera
abierta la frontera con riesgos y costos entendidos y asumidos. Todo fue
improvisación y pánico. No sabía meter el duende en la botella y le faltó
coraje para intentarlo.
Con su Gobierno de CDU y SPD montó una gran operación de
justificación que fue y es de pura intoxicación. Para ocultar el grado de
improvisación, descontrol y peligro que reinó en la llegada de los refugiados y
en los dramáticos cambios de vida para millones de alemanes. En esta operación
participó la inmensa mayoría del periodismo alemán. Con la vergonzosa
ocultación de todos los hechos que pudieran tener efectos negativos sobre la
aceptación de los refugiados. Y con la actitud generalizada y miserable de
tachar de nazis, xenófobos, islamófobos, racistas y ultraderechistas a todos
los que no participaran en el permanente canto de las virtudes de la llegada de
los refugiados. La total sumisión de los medios periodísticos a la orden de
encubrir la realidad se refleja en una intensificación de la apelación a la
corrección política y del miedo de profesionales a ser descalificados y sufrir
represalias en caso de discrepar. El libro deja en total evidencia a Merkel y a
su Gobierno de CDU y SPD. Quizá más aún a un periodismo pervertido en aparato
de propaganda de un consenso en la ocultación y corrección por el bien de los
gobernantes y su discurso justificatorio o la nauseabunda mentira piadosa.
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