LA AMENAZA LÓGICA
Por HERMANN TERTSCH
ABC
Viernes, 10.03.17
Si el Estado de Derecho se desmorona es menos por la calidad
de agresores que de defensores
MUCHOS en esta profesión quedaron sorprendidos cuando la
Asociación de la Prensa de Madrid (APM) emitió su comunicado denunciado
presiones y amenazas de Podemos a periodistas. Porque saben que desde hace
décadas, y sin importar quién la presida, la Asociación ha ejercido como un
grupo de presión izquierdista. Sorprendió por tanto por su decisión y por su
valor al denunciar a la organización comunista. Todos los implicados saben que
hacer frente a este tipo de organizaciones tiene un precio y un riesgo. Lo que
no podía sorprender es que Podemos amenace, coaccione o intimide a periodistas.
La amenaza es lógica en quien cree en fuerza y miedo para imponerse.
Pablo Iglesias nunca ocultó su intención de controlar los
medios como principal instrumento para la soñada toma del poder. Durante estos
años no los ha controlado, pero los ha disfrutado casi como si así fuera. Se
debe en parte a las simpatías que Podemos despierta en una masa de periodistas
jóvenes adoctrinados en el izquierdismo. La complicidad del periodismo con
Podemos y la obsequiosidad hacia sus líderes han ofrecido imágenes grotescas.
Pero lo que hizo de Podemos el partido mediático total y explica su éxito
electoral ha sido la acción del Gobierno del PP por voluntad de dividir a la
izquierda y de tener un instrumento para asustar al electorado. Nada más
práctico para un partido que ha renunciado a todo contenido de su programa de
hace cinco años y no tiene otro objetivo que la subsistencia, que tener
enfrente a un partido totalitario como amenaza permanente y advertencia a todo
votante dubitativo. Los cálculos salieron bien a Rajoy y a la campeona de su
política mediática, la vicepresidenta. De momento, al menos. Aunque nadie debe
olvidar que se asumieron unos riesgos temerarios. Y que solo la estulticia de
Sánchez y la soberbia e impericia de Iglesias evitaron a España un gobierno
catastrófico de un Frente Popular.
Se jugó con fuego. Ese riesgo existió por una anomalía
absolutamente inaudita en un país occidental: que el duopolio televisivo,
creado irregular cuando no ilegalmente por este Gobierno, mantenga dos cadenas
dedicadas a la promoción de Podemos, a la propaganda de extrema izquierda y a
la agresión a la Constitución, a las instituciones y a aquellos que las
defienden. De ellas ha partido la descalificación y deslegitimación sistemática
de todas las posiciones políticas que no cumplieran uno de los dos requisitos
oficialistas, el izquierdismo que asuste o la lealtad al Gobierno para explicar
con benevolencia todo lo que haga y lo que pase. Tiene razón Podemos cuando
dice que este Gobierno también presiona y manipula a periodistas. Y de forma
masiva y obscena. Lo que no dice Podemos es que lo hace para beneficiarle. La
pretendida superioridad moral de la izquierda ha logrado así acabar con la
presunción de inocencia, con la igualdad ante la ley, con el derecho a réplica
y con la defensa de los puntos principales del antiguo programa del partido que
sigue en el Gobierno pero está a otra cosa. Se desmantelan piezas esenciales
del Estado de Derecho.
Claro que Podemos amenaza a los periodistas. Hasta a los
suyos, que son los que han denunciado, por luchas internas. Por lógica. Pero
los más amenazados y agredidos por ellos, aquellos a los que si pudiera Podemos
encarcelaría al estilo venezolano o cubano, esos no denuncian ya lo obvio, el
odio de los comunistas a la libertad de prensa. Esos saben que la
responsabilidad principal de que el Estado de Derecho se desmorone no está en
esos agresores totalitarios, separatistas o comunistas, sino en unos defensores
que no ejercen como tales.
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