LOS MATRIMONIOS CEAUCESCU
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes,
29.05.18
Los Iglesias en su chalé son un bello y certero argumento
anticomunista
A Elena Ceaucescu el Palacio de Valea Peles de Sinaia nunca
le pareció una vivienda adecuada. Es un castillo historicista construido en el
siglo XIX por Carlos I de Hohenzollern, Rey de Rumanía, en los Cárpatos. Ni sus
160 habitaciones, sus soberbios salones ni sus rincones románticos conmovieron
jamás a aquella campesina y activista comunista. No era un alma muy soñadora
Elena a pesar de ser ya una «ilustre académica» y «gran científica» por obra y
gracia inmediata de la llegada al poder de su marido, jefe comunista supremo en
Rumanía. Con el automatismo con que ahora se convierte en «portavoza» la novia
del jefe, Elena se erigió en «doctora honoris causa» por universidades de todo
el mundo. Aquello tenía mérito, siendo, como era Elena, semianalfabeta.
En su apasionante libro «Red Horizons», Ion Mihai Pacepa,
el que fuera el jefe de la Securitate rumana, uno de los más altos dirigentes
del Pacto de Varsovia en desertar jamás a Occidente, contaba cómo disfrutaba la
camarada Elena del lujo y de los productos occidentales. Ella era bastante más
bruta que su marido pero mucho más disfrutona de los placeres que descubría
gracias al poder. Ella usaba mucho la sala de proyecciones construida en su
inmensa mansión de la zona noble de Bucarest, casa que visitaríamos Arturo
Pérez Reverte y yo días después de haber sido ejecutados los moradores. Allí
veía Elena películas y cotilleo occidentales y mucho porno. Pero también
grabaciones que hacía la Securitate a visitantes occidentales en situaciones
comprometidas, en las habitaciones de los hoteles y residencias de invitados.
Tras su fusilamiento, en pleno caos, grupos de la Securitate sacaron a subasta
aquellos miles de vídeos de protagonistas involuntarios y los servicios
secretos de medio mundo acudieron a pujar. Recuerdo situaciones muy graciosas
aquellos días en Bucarest.
Los tiempos cambian. Seguro que si Pablo Iglesias e Irene
Montero amplían el complejo residencial, compran una finca anexa o excavan el
jardín para construir una sala de proyecciones, lo que verán son series de
Netflix, al fin y al cabo la principal fuente de pensamiento y cultura del
dueño de la casa. No sabemos si consultarán todas las reformas con sus bases.
Nicolae y Elena no consultaban a veces ni entre ellos, cuenta Pacepa. Cabe
pensar que a nuestra pareja de moda le pasa lo mismo. Quizás Pablo, siempre
partidario de las fronteras abiertas, siempre contra el muro de Trump –no del
de Berlín– y partidario de que todo ser humano entre donde quiera, no supiera
que Irene había encargado puertas de seguridad. Cuando todos creían que tiraría
ese muro para que la gente pudiera hacer vida de barrio en su piscina y su
huerto. Quizás tema Montero que se les cuelen los okupas de Ada Colau. Y se les
instale una banda de violadores del derecho de propiedad de esas protegidas por
Podemos. Como pasa a decenas de miles de españoles. Ahora que la Guardia Civil,
la que no mandan a defender la seguridad de los españoles amenazados en
Cataluña ni sus pisoteados derechos, protege el celebérrimo chalé de nuestros
Ceausescu de aquí, se supone que se acabarán las calumnias de los comunistas a
este cuerpo. Lógico también que si Iglesias escribe sus discursos junto a la
piscina no se le vaya a ocurrir criticar las relaciones privilegiadas de
algunos políticos con los bancos. Lo cierto es que si los Ceausescu en sus
mansiones eran más peligrosos que Drácula, los Iglesias en la suya son un
regalo de Dios para el anticomunismo, es decir, para la decencia. Porque los
Iglesias en La Navata son la prueba más palmaria de la falsedad esencial que
son ellos mismos.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home