ROSENBERG DE BLANES
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 15.05.18
Con Torra en el poder nadie está ya seguro en Cataluña
ES ya casi imposible defender el sentido común sin que le
llamen a uno facha o algo peor. Resulta imposible hacer frente a las permanentes
mentiras y manipulaciones, de una corrección política que no es más que la
tiranía del neomarxismo, sin que te quieran echar a mandoblazos censores al
basurero de la historia, al naufragio profesional o a la muerte civil. Es así
en España y otras partes de Europa. Pero aquí con especial inquina. Por tanto
para defender cierta lógica, cierta razón y las verdades más obvias hace falta
un valor que cada vez ha de ser mayor. Por lo que cada vez menos gente lo
tiene. En España te llaman fascista por defender la vigencia de la
Constitución. Te llaman nazi por manifestarte a favor del derecho de Israel a
la autodefensa. Te llaman ultra por pretender que los asesinos condenados
cumplan sus penas de cárcel. Te llaman caverna por exigir el respeto a la presunción
de inocencia en los juicios. Y te llaman franquista por negarte a creerte
milongas sobre una España impecable del Frente Popular y una España monstruosa
del bando nacional.
Pero después hay preciosas paradojas. Porque el parlamento
de Cataluña eligió ayer con toda naturalidad como presidente de la Generalitat
a Quim Torra. Que es un personaje que escribe mensajes perfectamente
atribuibles a Alfred Rosenberg, el gran ideólogo del nacionalsocialismo e
inspirador del Holocausto. Cambiando españoles por judíos y alemanes por
catalanes, Quim Torra utiliza exactamente los mismos términos que el «padre de
la iglesia del nacionalsocialismo» en su desprecio hacia quienes consideraba
seres de menor calidad y raza inferior. Rosenberg escribió «El Mito del siglo XX»,
el manual del sumo sacerdote del racismo. Él fue el teórico de la proyectada
limpieza total del Lebensraum (espacio vital) de los alemanes de toda presencia
y huella judía. No por casualidad fue desde 1941 ministro para los Territorios
Ocupados del Este donde dirigió el saqueo del este y la URSS y la Solución
Final del problema judío, es decir el exterminio de todos los seres humanos que
él tachaba de alimañas repugnantes. Igual que Quim Torra. Rosenberg solo
escribía y organizaba. Daba ideas. Fue ahorcado después de Nuremberg. Nadie que
escriba en los términos de Rosenberg o Torra ocupa un cargo público en Europa.
Nadie, ni en la más radical extrema derecha europea legal, ha publicado textos
como el leído ayer en el parlamento catalán por Inés Arrimadas. Hay que irse a
las espeluncas más sórdidas del nazismo químicamente puro para encontrar prosa
como la oída ayer en Barcelona.
Pues ahí lo tienen ya de presidente. Y todo lo que sabemos
del presidente del gobierno de España, responsable último de garantizar la
seguridad de todos los españoles, es decir también de quienes son alimañas
despreciables a ojos de Torra, es que no le gusta lo que oye. Torra ha
anunciado que va a violar todas las leyes que sea necesario para implantar su
República y piensa liquidar las instituciones con organismos fantasma
paralelos. El Estado ha cedido lo que nunca debió ceder. Y ha llegado al
límite. El abuso y la disposición a violar las leyes son ya tan procaces y
brutales que peligran la seguridad general, la integridad física y la propiedad
de la ciudadanía no separatista en Cataluña. Puede que un nuevo 155 ya no sea
suficiente. Harán falta otros artículos constitucionales. Como tarden los
gobernantes en restablecer una legalidad incuestionable pueden encontrarse con
que sube aun más el precio y han de ejercer masiva fuerza del Estado para que
España no se deslice en aquella región hacia el enfrentamiento civil.
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