EL FRACASO FINAL DE LA MENTIRA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
15.06.18
La falsedad no puede eternizarse, ni entonces ni ahora
«LA República del Estat Catalá significaba desde el primer
momento la desmembración de España, su desaparición como nación integral. La
debilidad de aquel Gobierno (de la República) pactando con el viejo
separatista, concediéndole honores y poder, en vez de castigarle justamente
como enemigo de la unidad de la patria, ha traído como fruto ese Estatuto que
ahora se presenta a las Cortes, y que es, pese a todas las apariencias de falsa
cordialidad, un arma que en manos de los separatistas se volverá terriblemente
peligrosa para el resto de los españoles».
«La intransigencia catalana, partidaria del “tot o res”, (…)
que afirma que si las Cortes no aprueban íntegro el Estatuto los catalanes no
aceptarán la resolución de las Cortes. (…) Hay que decirlo claramente: Es
mentira que el Estatuto responda a la aspiración unánime del pueblo catalán. El
Estatuto es obra de Maciá y su pandilla, enemigos de España, que ven en él un
arma política bastante fuerte para sostener su caciquismo abusivo, para
satisfacer sus tristes ambiciones de poder y medro».
«El Estatuto no representa la voluntad de Cataluña, porque
el plebiscito que aparentemente lo refrendó fue una farsa grotesca y
espectacular, amañada con el dinero que el señor Maciá arrebató a las
necesidades de los Municipios y Diputaciones… El referéndum fue una mentira que
solo pudo lograrse porque el Gobierno toleró, sin contrarrestarlas, aquellas
mascaradas separatistas, de propaganda a lo yanqui, y a la que la prensa de
Madrid colaboró con informaciones falsas y aduladoras… En aquellos momentos
todos los elementos españolistas de Cataluña se sintieron coaccionados por el
frenesí catalanista, desamparados ante la burda maniobra con la que se
pretendía hacer creer que todo el pueblo catalán estaba sumido a las exigencias
de la partida triunfadora acaudillada por el viejo separatista Maciá…»
«A pesar de todo esto, llega a las Cortes el Estatuto, que
moralmente es un atentado sacrílego contra la unidad sagrada de España y
materialmente un inicuo intento de despojo de la mayoría de los españoles en
beneficio de los habitantes de una sola región… (…) Pero por encima de todo
perjuicio material y total quebranto económico está la indignante situación de
inferioridad en que el Estatuto coloca a todos los españoles en relación a los
habitantes de Cataluña. (…) A pesar de todas las hipócritas protestas de
cordialidad, la aprobación del Estatuto significa la desmembración, no solo
espiritual, sino material de España».
«El Estatuto (…) será el arma con que se aseste un golpe
alevoso al corazón de la Patria. Después de ese código injusto que hace de los
catalanes una casta privilegiada, que de momento los convierte en algo así como
españoles de cuota, vendrá la escisión rencorosa… El separatismo, dueño del
Poder en Cataluña, no tardará en arrojar su torpe máscara de cordialidad y dará
suelta al odio secular, al veneno de la envidia y el despecho que han ido
acumulando esas gentes, que con el vesánico de Maciá al frente desprecian
estúpidamente al resto de los españoles».
«Pese a todo, yo soy optimista. Por sentimiento y reflexión.
(…) Por eso, porque tengo fe en la justicia inmanente de la vida y en los destinos
de España, yo confío en que este movimiento odioso y abusivo del separatismo
fracasará en un futuro próximo. Porque yo no creo que esa farsa del Estatuto
representa los verdaderos intereses de Cataluña, sino que es la plataforma de
una minoría de caciques sin freno, yo estoy seguro de que todo ese tinglado
entre grotesco y trágico de la Generalidad se derrumbará pronto y con
estrépito».
Y para que conste, queda firmado por El Caballero Audaz en
mayo de 1932 y por mí, hoy mismo.
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