VOLADURAS EN CADENA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
28.10.18
La ofensiva contra la monarquía y la democracia obliga a
elegir bando
CRÉANSELO o no, pero este Gobierno, que en realidad no
dirige el fatuo personaje que figura como presidente de ese patético Consejo de
Ministros, sino el cabecilla de un partido surgido como franquicia de una
dictadura comunista extranjera, se plantea la voladura de la cruz de la Basílica
del Valle de los Caídos. Si el anuncio de la voladura de un inmenso símbolo de
la cristiandad nos llegara de un remoto virreinato talibán en Afganistán o de
una región de Oriente Medio ocupada por ISIS conmovería a los medios del mundo
entero. Sería portada del NYT y de todos sus obsequiosos emuladores en Europa.
Contaría con la condena obligada de políticos, artistas y consabidos
intelectuales como otra prueba de la infinita barbarie y odio enfermizo del
fanatismo.
Es muy posible que Pedro Sánchez y sus ministras, «Doctor
Fraude y sus ninfas fanáticas» los llaman, no se hubieran planteado un acto de
semejante vesania. Es incluso probable que prefirieran evitarlo. Pero ellos no
dictan una agenda que es la de los comunistas de Podemos, los golpistas y
separatistas, todos ellos conscientes de que Sánchez es su gran oportunidad
para la voladura del edificio institucional del Reino de España. No hay acto de
simbolismo más poderoso para esa ambición que la destrucción de la gigantesca
cruz en la falda del Guadarrama.
Es el símbolo de todo lo que odian las fuerzas que pretenden
destruir España. Empezando por su Constitución de 1978, la que, con sus
debilidades, injusticias y errores, trajo la libertad a la convivencia en paz y
el desarrollo que los españoles construían laboriosamente desde la guerra. Es
el símbolo del cristianismo, fuente de la civilización y de la libertad del
hombre, del ser sagrado hecho a imagen y semejanza de Dios. Este concepto es
enemigo irreconciliable de quienes pretenden hacer del individuo un objeto
sometido, pieza intercambiable en su colectivismo totalitario. Es la cruz
símbolo de la victoria del amor sobre la idea del odio y rencor, sus
principales motivaciones. Como también de la derrota sufrida hace ochenta años
por quienes hoy vuelven a intentar esclavizar a los españoles. Que el general
que les frustró su proyecto de dictadura impusiera él mismo una dictadura bien
distinta es lo de menos. Ellos ni luchaban ni luchan contra la dictadura sino
por su propia dictadura. No son enemigos de Franco, esa condición tan absurda
hoy, son enemigos de la democracia y de España. La Transición confirma su
fracaso histórico. Por ello vuelven a la guerra civil que hoy quieren ganar en
revancha brutal y anacrónica. Con la cruz quieren volar la monarquía a la que
ya someten a un masivo y obsceno acoso con la complicidad, cierto que taimada,
del Gobierno. Con la monarquía pretenden volar también la unidad de España.
Muchos no serán conscientes de que nos llevan a la guerra real. Con estas
voladuras en cadena de la legalidad, del Estado y los símbolos de la nación,
los españoles están otra vez condenados a elegir bando.
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