LOS SUDETES CON PLAYA
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 01.10.13
El nacionalismo
catalán no espera a ser independiente para tratar a Baleares con total
desprecio al gobierno allí electo
HA sido una gran
manifestación la que han logrado celebrar los grupos huelguistas de la
educación en la Comunidad balear. Aunque no fueran ciertas las hinchadas cifras
de los más expertos en la demagogia izquierdista y nacionalista que trabajan
codo con codo en este conflicto que nos ocupa. Dicen que ha sido por la calidad
de la enseñanza. Difícil es creer tan noble objetivo a quienes ya obligan a los
niños de la educación pública balear a su tercera semana de huelga. Tres
semanas fuera de clase a principios de curso no parecen forma adecuada de
transmitir esa preocupación por una mejor educación. Y de hecho no se
transmite, porque, preguntados por las causas, se habla poco de la calidad y
mucho de la lengua. Porque lo de menos es que los profesores sean capaces o no
de dar clases en inglés. Ni de que la calidad sea una u otra. Porque durante
los pasados tres lustros, con la educación balear a la cabeza del fracaso
escolar, es decir, a la cola de calidad, nadie se ha preocupado o sentido
ofendido. Se trata de que haya que dar clases en tres lenguas. Y no en una sola
que para todos los movilizados es la catalana.
Porque no ha
habido ningún problema con el fracaso escolar ni con los desastrosos niveles en
todos los índices comparativos, mientras los colegios públicos se convertían en
auténticas medresas del sentimiento nacionalista pancatalanista. Se trata de
que la inmersión lingüística catalana se mantenga, defienda e intensifique como
única opción de la educación pública en las Islas Baleares, cada vez más identificada
con la «escuela nacional catalana».
El Gobierno popular de José Ramón Bauzá sabía dónde se
metía cuando con su «decreto del Tratamiento Integrado de Lenguas (TIL)»
decidió poner fin a la intensiva catalanización de la educación balear. El
sistema ha degenerado bajo pasados gobiernos, con cuadros educativos militantes
del nacionalismo catalanista, coordinados con partidos y organizaciones
separatistas de Cataluña. Mucho se han molestado cuando Bauzá y su gobierno,
para no entrar en una guerra directa de mallorquín con castellano, decidió dar
un salto hacia el trilingüismo e incorporar el inglés. Todos deberían estar
satisfechos con la educación impartida en la lengua de la región, el mallorquín
que otros llamarán catalán, por supuesto, y las dos grandes lenguas
internacionales de Occidente, el español y el inglés.
Trilingües son la
inmensa mayoría de los colegios privados a los que los líderes del nacionalismo
catalán mandan a sus hijos en Barcelona. Bauzá les ofrece a todos los niños
baleares en la educación gratuita lo que los prebostes nacionalistas pagan con
mensualidades de vértigo para sus retoños. «Nuestros hijos, como los de los
Pujol, los Mas, los Montilla». Pues no. No puede ser. Porque los hijos de los
nacionalistas dirigentes requieren educación de dirigente. Ellos sí deben saber
desenvolverse bien en un español sin faltas y en un inglés perfecto. Al fin y
al cabo van para cosmopolitas, hombres y mujeres de negocios, cultura, estilo y
gusto. Pero esos mismos prebostes nacionalistas, estén en Palma o en Barcelona,
tienen otros planes para los niños de la educación pública en Baleares. Los
quieren bien adoctrinados para tropa de a pie que pronto hará manifestaciones
pidiendo el «dret a decidir»
formar parte de la Gran Cataluña.
Así las cosas, ya
se ha visto que el nacionalismo catalán no espera a ser independiente para
tratar a Baleares con total desprecio al gobierno allí electo por mayoría
absoluta. Con organizaciones subvencionadas por Barcelona se agita allí en
contra del castellano para acosarlo como en los colegios catalanes. Como si de
su territorio se tratara. Barcelona trata ya a Baleares como sus Sudetes.
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