UNA FIRMA Y CIEN FUNERALES
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 22.02.14
Mientras se entierra a los muertos de los últimos días, se
abre una esperanza de transición a una era post Yanukóvich
El acuerdo lo ha
firmado quien debía hacerlo, Víctor Yanukóvich. Que jamás lo hubiera hecho de
haber tenido otro remedio. Pero todos eran conscientes de que no podían
concluir su encuentro sin acuerdo documentado. La alternativa era con bastante
seguridad un baño de sangre de imprevisibles consecuencias. Ministros europeos
y el enviado ruso son garantes del acuerdo. No hay ninguna garantía de que no
pueda reabrirse la batalla y matanza del jueves cualquier día en el futuro.
Pero lo acordado, con una clara pérdida de poder para Yanukóvich, desactiva la
voluntad de inmediata respuesta al crimen masivo de la plaza Maidan del día
anterior. Así, mientras se entierra a los cien muertos de los últimos tres
días, se abre una esperanza de transición pacífica a una era postYanukóvich. Se
vuelve a la Constitución de 2004 que le despoja de gran parte de sus poderes
presidenciales. Queda muy debilitado legalmente, además de muy vigilado, en los
meses que pudieran quedarle en el cargo. También se abren las puertas de las
cárceles y se pondrá en libertad a Julia Timoshenko. En diez días habrá un
Gobierno de Transición, en otoño nueva Constitución y en diciembre elecciones.
Nada será tan fácil como suena. Y todos los participantes ayer en el acuerdo de
urgencia han evitado con razón hablar del fondo de la cuestión. Porque los
muertos dieron su vida por caminar hacia Occidente y huir del abrazo ruso. Los
mataron quienes quieren un régimen en una alianza eurasiática dominada por
Rusia. Estas posiciones se mantienen inalteradas. El gran cambio está en la
inmensa disposición de tantos ucranianos a morir antes de perder el tren
europeo para otras tres o cuatro generaciones. Y en que queda ya claro que
imponerles lo contrario requeriría un inmenso baño de sangre.
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