LA EFICACIA DEL TERROR MEDIEVAL
Por HERMANN TERTSCHABC Domingo, 17.08.14
Los vídeos terribles de asesinatos salvajes son grabados por
sus propios autores para promocionar su acción política y militar. Con esta
propaganda criminal, el Estado Islámico ha conseguido financiación de Arabia
Saudí, Qatar y otros países del Golfo
Señoritos asesinos Los que pagan al
Estado Islámico son jeques educados en Cambridge y Oxford
El
fornido oficial, cumplidos ya los cincuenta, en uniforme de combate, de
rodillas, da explicaciones. Le sujeta un hombre con un pasamontañas negro. Le
interrumpe varias veces una voz junto a la cámara que graba la escena. Sin alzar
la voz. No intenta zafarse. Sabe que no hay escapatoria. Entra en escena otro
hombre que oculta la cara tras un pañuelo. Le agarra la cabeza al militar con
la zurda, se la tuerce, y con la derecha, con un cuchillo corto, le secciona el
cuello. Se dispara un chorro de sangre hacia el suelo. Se corta la imagen. Otro
plano. El cuerpo decapitado del oficial con su cabeza ensangrentada colocada
encima de la tripa. Fin de la escena. Otra: Una mujer, desnuda sobre una mesa,
se convulsiona con violencia. Intenta desesperadamente zafarse de quienes la
sujetan. Los cuatro brazos que la apresan están cubiertos por manguitos de
plástico para no mancharse. Por la parte izquierda aparecen otros dos brazos,
también con manguitos, y un cuchillo. Sujetan la cabeza de la mujer por el
pelo, tiran hacia la nuca para tensar la garganta. Y el cuchillo la secciona.
El chorro de sangre que brota, cae en una palangana ya medio llena que sujetan
otras manos, otros brazos con manguitos, en la parte inferior del encuadre.
Nieto
Otra más: Una plaza urbana con una
verja circular muestra cada metro, metro y medio, una cabeza humana clavada en
una pica. Cabezas de hombres. Aunque también hay otras imágenes con cabezas de
niños. Y pequeños abiertos en canal. Aquí los cuerpos son varones adultos.
Todos decapitados. Algunos están ensartados en la verja. Otros apoyados junto a
la misma. A lo lejos tres cuerpos cuelgan de un armazón de tubos. Y una escena
más: combatientes armados con fusiles de asalto vigilan a decenas de jóvenes
tumbados en una fosa poco profunda. Son varias decenas tumbados mirando al
suelo en dirección alterna. Cabeza junto a pies del próximo. Todos muy jóvenes.
Dos encapuchados abren fuego y caminan a un tiempo. Uno disparando ráfagas
contra todos los tumbados. Otro remata, tiro a tiro. Ninguno de los vivos se
mueve ante la cercanía de la muerte. Nadie hace ademán de levantarse o intentar
huir. Todos esperan, en paralizante resignación la llegada de su bala.
Todas las escenas
descritas recuerdan a las peores imágenes de los peores crímenes del siglo XX.
Pero se producen y se graban en estos días del verano del 2014. No son casos
excepcionales. Porque muestran atrocidades de las que se tienen noticias
coincidentes desde toda la región afectada por esta plaga ideológica o
religiosa o terrorista o como quieran llamarla. Pero además no son imágenes
robadas para denunciar las atrocidades ajenas y conmover al mundo y urgir a la
comunidad internacional a levantarse contra la inaudita crueldad de los autores
de estas atrocidades.
Son vídeos, muchos de
ellos producidos con calidad y esmero por los autores de los crímenes, cuyo fin
es promocionar la acción política y militar de los mismos. Son películas de
propaganda de los propios criminales hechas para su mayor gloria y prestigio. Y
son una de las armas más eficaces del monstruo que ha surgido de la guerra de
Siria y hoy ya ha dinamitado fronteras, controla grandes territorios y
aterroriza a toda la región y que responde al nombre de Estado islámico de Irak
y Siria (ISIS) o ya Estado Islámico a secas. Su embrión fueron los grupos más
radicales del sunismo llegados a combatir al régimen de Bashar al Assad en
Siria, con Al Qaida como referencia religiosa ideológica. Que recibieron de los
países del Golfo toda la ayuda financiera y de armamento que no recibieron de
ninguna parte las fuerzas en principio moderadas del Ejército Sirio Libre
(FSA).
Así, con el mensaje
de que la crueldad absoluta y sin compromiso se veía recompensada tanto en
el frente de batalla como por los donantes extranjeros, el prestigio de estos
grupos subió como la espuma. Con nadie se estaba mejor armado, financiado y
protegido. Arabia Saudí, los países del Golfo en general y Qatar en particular, compaginan la financiación de clubs de fútbol occidentales, fondos de
inversión y fundaciones benéficas con estos grupos que se nutren del culto a la
muerte y el terror de tradiciones mesiánicas del islam. En qué medida lo hacen
para expandir su propia influencia o para pagar su propia tranquilidad es
irrelevante. El hecho es que quienes siembran el terror y la muerte entre
minorías y mayorías en Siria e Irak y pronto quizás en el resto de la región
han sido financiados por elegantes jeques educados en Oxford, Cambridge,
Harvard y Stanford. Y en la hora estelar de estas orgías de sangre el mundo
asiste impávido a la irrupción en la modernidad de la eficacia del terror
medieval.
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