The Unending Gift

viernes, octubre 10, 2014

ANA MATO COMO METÁFORA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 10.10.14


Debemos prepararnos a otro asalto de la peor izquierda en busca del conflicto social. Y lo tienen a mano

NI el miedo a la muerte logra ya romper el círculo vicioso del odio ideológico que se puso en marcha en España cuando se declaró, hará ahora una década, desacreditada, fracasada o fenecida la reconciliación nacional. Sin haber muerto aun la enfermera Teresa Romero, ya circulaban ayer las advertencias sobre «la venganza» que habría de pagar este Gobierno por su supuesta responsabilidad en esa muerte. Venganza contra este Gobierno que ha traído la muerte desde África. Ese es el mensaje canalla. Con el que debemos prepararnos a otro asalto de la peor izquierda en busca del conflicto social. Y lo tienen a mano. Porque ya han quebrado esta sociedad quienes siempre quisieron hacerlo para saldar viejas cuentas.

Y lo han hecho con la ayuda inagotable de quienes han aceptado con sus concesiones y obsequiosidad, imponer una lógica perversa que convierte todo Gobierno de centro derecha en España en accidente electoral. Que ha de ser subsanado con la paralización de su programa primero y el cuestionamiento de su existencia y legitimidad después. El Gobierno de Aznar se salió algo del guión y España lo pagó con terrible contundencia. Este Gobierno de Rajoy ha intentado capear la legislatura dedicado a no irritar a la izquierda más que con las inevitables órdenes de Bruselas. Ha dejado intactas todas las leyes ideológicas que Zapatero impuso implacable con su rodillo de izquierdas y nacionalistas. El disparate de la ideología de género sigue vigente como esa aberración de la ley de memoria histórica que tanto ha servido a cimentar la perversión de la legitimidad histórica preferencial de la izquierda. Se planteó una ley del aborto que queda en nada. Y que muchos sospechan, nunca fue otra cosa que una trampa para dejar que se estrellara el ambicioso ministro de Justicia por su supuesta deslealtad durante el caso Bárcenas.

El Gobierno se ha prodigado en gestos de desprecio a su electorado. Desde el olvido de promesas electorales hasta los vergonzosos casos Bolinaga o Faisán. Muy seguro de que éste no tendrá otra opción que votarle. En el terreno mediático, la ayuda a un grupo para salvar una televisión hundida que amigos de Zapatero crearon con ventajismo, ha tenido un resultado espectacular: España se ha convertido en el único país desarrollado con dos cadenas de ultraizquierda, una de cada grupo del lamentable duopolio, dedicadas mañana, tarde y noche a fomentar la agresión entre españoles, el entierro de la reconciliación nacional, el revanchismo guerracivilista y la destrucción de las instituciones. Y la mala educación. Ahora compiten en el patrocinio de una fuerza política totalitaria cuyas conexiones patrias conducen a grupos simpatizantes con ETA y las extranjeras, a narcodictaduras iberoamericanas. No es un exitazo gubernamental en el fomento de la democracia liberal, las libertades y las regeneración de las instituciones, aquellos objetivos del PP que habían llevado a más de once millones de españoles a votarlos. Y a darles una mayoría absoluta y un poder con el que acometer la reforma histórica que el sistema democrático español necesitaba con urgencia. Con tanta urgencia que ahora parece ya tarde.

Una sociedad líquida en su indignación, miedo y rabia solo recibe mensajes de los enemigos de las instituciones. Como en Cataluña, solo de los nacionalistas sediciosos. Ruido por todas partes. Miedo a que España quede rota, en manos de descerebrados chavistas y fuera de Europa. Y desde el Gobierno, ante tamaña amenaza, Ana Mato como metáfora. Sin músculo moral ni iniciativa, balbuceante ante quienes pretenden utilizar una vez más la tragedia para imponer en España la cultura del fracaso.

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