LOS RADICALES DE SYRIZA CONSUMAN HOY SU DESAFÍO A LA «EUROPA DEL CAPITAL»
Por HERMANN TERTSCHEnviado Especial a Atenas
ABC Domingo, 25.01.15
Grecia se juega en las urnas su futuro en la Unión Europea
Radiografía de un país
Su líder, Alexis Tsipras, promete miles de millones en
ayudas sin explicar de dónde sacará el dinero
Periodistas sorprendidos
Ante un medio de comunicación Rachil Makri, de Syriza, dijo que después de la
victoria ordenaría al Banco de Grecia imprimir cien mil millones de euros
Un grave error Muchos griegos creen que «ni Merkel ni Europa tienen agallas para echar a Grecia de Europa» Toda la izquierda cree que la UE los explota
AFP
Un grave error Muchos griegos creen que «ni Merkel ni Europa tienen agallas para echar a Grecia de Europa» Toda la izquierda cree que la UE los explota
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Llegó el día que muchos temían y muchos esperaban. El día en
que puede ganar en las urnas en un país europeo una opción de
vocación totalitaria. Los populismos están en auge en todo el
continente. Pero es en el eslabón más débil, en uno de los miembros más pobres,
menos estructurados y más maltratados por la larga crisis, Grecia, donde una
revuelta en las urnas puede llevar por primera vez a un partido extremista a
dirigir el Gobierno. [Sigue en directo
la jornada electoral de Grecia]
Son casi diez millones de griegos los que acuden hoy a las urnas.
Y habrán de decidir si mantienen en el poder al primer ministro Andonis Samarás
del partido de centroderecha, Nueva Democracia, para continuar una fatigosa,
dura y larga travesía de recuperación, o prefieren una solución drástica con la
propuesta de desafío total a Europa y le otorgan la victoria al líder
ultraizquierdista del partido Syriza, Alexis Tsipras. Por un lado,
sangre, sudor y lágrimas y una
recuperación lejana, por el otro, un golpe de mano que libera a los griegos de
sus cargas y compromisos y venga además el honor patrio mancillado por la
imposición extranjera, el diktat alemán y la codicia de los «ricos». Ante
semejante disyuntiva, incluso sociedades mucho más desarrolladas votarían
sentimiento y quimera frente a cruda realidad ya conocida. Gran parte de los
griegos, parece que la mayoría, cree a Syriza cuando le dice que Grecia no puede estar peor y
que hay que atreverse de una vez por todas a romper la baraja. En el otro lado
están quienes están seguros de que Grecia puede estar mucho peor y están
convencidos de que lo estará muy pronto si gobierna Syriza.
No debe extrañar, dados estos dramáticos años y la cultura
política griega, que los primeros parezcan ser más. Claro está que todas las
encuestas otorgan la victoria a la organización de Tsipras, con lo que, salvo
una gran sorpresa con la victoria de Samarás, el lunes
ya Europa amanecería con un poder griego que se niega a cumplir sus
obligaciones y compromisos incluidos en los
paquetes de rescate. Frente a las opciones regulares de salir de la crisis, que
han producido con mayores o menores sacrificios unos resultados positivos en
Portugal e Irlanda, se produciría en Grecia la primera revuelta general contra
la política de reformas y estabilidad en Europa. El desacato anunciado es por
tanto un desafío general tanto contra los acuerdos y los términos del rescate
griego como contra la política general de la UE. Y sería además una revuelta
marcada por unos líderes comunistas en su mayor parte, partidarios de la salida
de Grecia de la OTAN, de la renacionalización de los recursos y el
intervencionismo masivo. De los resultados de hoy, de ganar Syriza y no
traicionar sus dirigentes de inmediato todas sus promesas, surge el mayor
desafío al sistema de libre mercado y por tanto de las libertades que se
produce en el seno de la Unión Europea desde su existencia. Nunca ha ganado
unas elecciones generales en un país miembro un partido que se opusiera tan
abiertamente a los postulados de la Unión. Syriza proclama ser la solución
pionera para toda Europa. Y señala a España como el siguiente país que se unirá
a su ofensiva para romper «la Europa del capital». Pero ante todo se dice la
solución para Grecia. Otros lo ven como la consumación
de la tragedia.
Habrá que esperar poco después del cierre de los colegios
electorales a las siete de la tarde hora griega (18.00 hora española). Los
recuentos son rápidos en Grecia, aunque solo sea por experiencia, bromean
tristemente los griegos con la acumulación de elecciones. Hubo generales en
2012. Y en 2009. Parece una eternidad. Entonces el resultado fue abrumador para
un partido del que casi ni se habla hoy, el partido socialista (PASOK). Sacó
una abrumadora mayoría absoluta de 170 diputados. Un año más tarde, ante la
situación financiera y con una devastadora herencia de cuentas falsas que le
había legado la derecha, su jefe Yorgos Papandreu tuvo que pedir socorro al FMI
para evitar la quiebra. En noviembre dimitía, después de haber cesado a la
cúpula militar por temor a un golpe de Estado. Porque se olvida, pero también
fue en Grecia el único país de la Unión Europea donde hubo ruido de sables en
plena desesperación nacional de aquellos días dramáticos del otoño de 2011. Hoy
Papandreu, fuera del Pasok ha intentado a última hora con un pequeño partido
asomar la cabeza al Parlamento. Parece abocado también a este fracaso esta
trágica figura de la larga dinastía de políticos y gobernantes.
La
debacle socialista
El Partido Socialista que marcó la vida griega como ninguno
y tenía hace seis años una abrumadora mayoría absoluta en el Parlamento, hoy
luchará por acceder al mismo y las encuestas le dan un 4%, justo un punto por
encima del mínimo requerido. Su líder actual Evangelos Venizelos, intentará
tener algo que decir si Syriza no alcanza la mayoría absoluta. El tercer puesto
después de los dos grandes oponentes, se lo
disputan dos partidos bien distintos. Uno es «El Río» (To Potami) un
partido de centro izquierda, fundado por un popular periodista, Stavros Theodorakis
y según las malas lenguas por algunos oligarcas, entre ellos el dueño de la
cadena Mega en la que trabaja. Tiene aspecto este nuevo partido de haber
surgido con vocación de bisagra para ayudar al vencedor. En todo caso, todos
coinciden en que puede jugar un papel moderador. Aunque también advierten
algunos observadores de que To Potami puede convertirse en el socio/pretexto
para Syriza. Con este socio Tspiras siempre tendrá un pretexto frente a los
propios para explicar por qué no cumple lo prometido que por supuesto jamás
podrá cumplir. De ahí que muchos ya resignados adversarios de Syriza,
convencidos de que un gobierno de la ultraizquierda acabará en catástrofe,
prefieren que Tsipras tenga mayoría absoluta para que todo suceda lo antes
posible y sin poder profundizar demasiado en el daño. Ideológicamente To Potami
también podría aliarse con Samarás, quizá incluso más cómodamente, pero todo
indica que la aritmética no dará esa posibilidad. Pero también puede ser
tercera fuerza más votada el partido nazi Amanecer Dorado, que a la vista de
las encuestas y ante la previsible derrota de Samarás mantiene la cohesión pese
a tener a media dirección, incluido su secretario general, en prisión. En la
peor tradición de los partidos extremistas balcánicos, Amanecer
Dorado, es una respuesta radical y violenta contra la inmigración, contra
Europa y contra casi todos. Con muchos vínculos al submundo. Menos cierto
parece ser esa leyenda de que son producto artificial de los navieros y otros
magnates. Cierto que el submundo siempre se utilizó para ataques a los
sindicatos en el Pireo. Pero también lo es que los magnates griegos han pagado
siempre a casi todos los partidos. Y que el extremismo de derecha, sin tanto
éxito como el de izquierda en los países pobres, ha encontrado una posición
estable en el espectro político griego. También entrarán en el Parlamento.
AFP
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Con que Syriza cumpla unos cuantos puntos de su campaña para
tomar el poder, todos han de contar con serios quebraderos de cabeza. Y más aún
que los acreedores posiblemente el propio vencedor, que sentirá muy pronto la
presión de la calle en exigencia de que cumpla lo imposible prometido.
Porque al tiempo que anuncia su negativa a cumplir dichas obligaciones con la
Troika que vigila el cumplimiento de los acuerdos con UE, FMI y Comisión, el
partido que se presenta ya como virtual ganador ha prometido al electorado
griego un aluvión de medidas sociales de inmenso coste. Este regalo electoral
va desde la electricidad gratuita a un
rápido incremento del empleo público, subvenciones directas, eliminación de
impuestos y un sinfín de mejoras todas a costa del erario. Para nada de todo
ello hay dinero en unas arcas que tienen ya en marzo pendientes pagos que
probablemente no puedan cumplirse. En todo caso, el plan de Syriza necesita de
forma angustiosa el dinero de los acreedores a los que según ya ha anunciado va
a poner ante hechos consumados. Y se remitirá a la legitimidad del poder
popular que hoy le otorguen los griegos. Desde las capitales europeas y
Bruselas llega en pasados días y semanas en forma de letanía el mensaje de que
se respeta mucho a los votantes griegos y que se espera con interés y afecto a
que elijan a su nuevo Gobierno para que éste, sea cual sea, cumpla
estrictamente sus obligaciones. Para seguir con una política de reformas que
avanza aunque lentamente y ya ofrece indicios de primeros resultados en este
pasado año. Que el primer ministro Samarás no tenga ya la credibilidad
necesaria para captar el voto de una mayoría no significa que estos avances no
se hayan producido. El problema está en que si gana Syriza lo hace ante todo con
la bandera electoral de la paralización y reversión de las reformas cuyo
cumplimiento exige Bruselas, Washington y los socios de Grecia en el euro.
Socios que han invertido nada menos que 240.000 millones de euros en evitar que
suspendiera pagos este país cuando tenía vedado todo acceso a los mercados
internacionales.
Cambio
de régimen
Lo que está en juego por tanto en estos comicios, tras seis
años de crisis dramática, una vertiginosa pauperización de la sociedad y
polarización extrema, es el planteamiento global del futuro de la sociedad
griega y su relación con la Unión Europea de la que es miembro. Las dos
principales ofertas electorales parten de posiciones opuestas y no compatibles.
El primer ministro y su partido Nueva Democracia han pedido, hasta la
extenuación y con cada vez peor resultado según transcurría la campaña, tiempo
para que cuajen las reformas. Pero
todo indica en estas pasadas semanas que ya no lo tienen. Y que
definitivamente ha llegado la hora de quienes quieren utilizar la inmensa
presión generada en la crisis para un cambio de régimen. En abierto desafío a
la UE. Por mucho que algunos líderes de Syriza hagan ahora cálculos de
moderación posterior, lo cierto es que han prometido y se les ha creído, contra
toda lógica, que van a imponer a la UE sus condiciones como acreedores que no
cumplen pero exigen nuevos pagos. No solo desde Alemania se ha advertido contra
esa deriva hacia el abierto chantaje a la UE en la creencia, muy extendida en
Grecia, de que «ni Merkel ni Europa tienen agallas para echar a Grecia del
euro». Toda la izquierda griega ha interiorizado el mensaje de que Alemania y
la UE los explota y por lo tanto no dejará que el negocio griego se vaya. Es
absolutamente inútil insistir en que esto es un absoluto disparate. Como lo es
subrayar el hecho de que hoy hay cada vez más europeos partidarios de
aprovechar este chantaje griego para mostrarle la puerta. Aun se muestran todos
muy conciliadores pero los líderes europeos, ante todo la canciller alemana,
tienen a su lado crecientes fuerzas políticas euroescépticas y ante todo una
población nada dispuesta a pagar de nuevo y hacerlo con la sensación de ser
extorsionada.
Pese a las advertencias de Samarás de que la aventura de
Syriza llevará a Grecia a la salida de la UE, al aislamiento y a la ruina,
cuando no al enfrentamiento civil y a la creación de un régimen no democrático
y anacrónico, en Grecia no hay la conciencia que existe en España de ese vínculo
de su proyecto izquierdista con el socialismo del siglo XXI de la Venezuela del
chavismo y la Cuba totalitaria irredenta. Pero esa
sería por supuesto la dirección que querría tomar un Syriza. Su cúpula,
compuesta por comunistas, sindicalistas y algún intelectual, todos de vocación
virulentamente antioccidental y anticapitalista, todos con trayectoria
profesional exclusivamente dependiente del Estado, tienen una vocación
perfectamente incompatible con el sistema capitalista de libertades que la UE tiene
y defiende. No faltan por supuesto los elementos frikis. Le hizo mucha gracia
al sesudo diario alemán «Frankfurter Allgemeine» la candidata de Syriza, Rachil
Makri, que proclamó en serio su propuesta de que el día después de la victoria,
Syriza debía ordenar al Banco Nacional de Grecia que imprimiera 100.000
millones de euros para pagar la deuda. Nadie le advirtió de que la deuda es muy
superior a esa cifra. Ni de que, ya puestos, se podía imprimir hasta que
sobrara. Los auténticos responsables económicos de Syriza son otros y a su
cabeza está Giannis Dragasakis, el comunista de vieja escuela que aún en los
noventa era del comité central del KKE, un partido tan paleocomunista que desde
la muerte de Stalin siempre fue más ortodoxo que el propio PCUS de la URSS. Se
fue con la escisión menos fósil a la coalición de izquierdas SYN y a Syriza.
También Gianis Varoufakis, un matemático izquierdista que hizo fortuna con sus
especulaciones económicas glamourosas por universidades anglosajonas.
Comunistas reformados y profesionales de la antiglobalización serán, en caso de
que Syriza gane, los encargados de presentar a Bruselas sus planes. No lo
tendrán fácil. Una oferta de socialismo venezolano con desmantelamiento
unilateral de los acuerdos del rescate no parece la mejor forma de afrontar un
futuro común. Hará falta mucho realismo y traición a su electorado para que un
Gobierno de Syriza no acabe trayendo lo que muchos temen, el caos y la salida
de la Unión Europea. No se sabe por qué orden.
Varias familias en un comedor de Cáritas en Atenas
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