The Unending Gift

viernes, julio 03, 2015

EL POPULISMO DE SYRIZA SE JUEGA SU SUPERVIVENCIA POLÍTICA EN LA CONSULTA

Por HERMANN TERTSCH
 Enviado Especial a Tinos (Grecia)
 ABC  Viernes, 03.07.15

Referéndum en Grecia


Si Grecia vota a favor de la UE, el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, presentará una dimisión que se espera que arrastre a todo el Ejecutivo

Más dinero El FMI advierte de que Grecia necesitará 50.000 millones más de sus socios

Tsipras El primer ministro afirmó que si gana el «sí», él quedará como garante del sistema

El controvertido ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, volvió ayer a robarle el protagonismo a su jefe Alexis Tsipras, al anunciar que dimitirá si el resultado del referéndum es contrario al «no» que ha recomendado el Gobierno. «Yo ya no seré ministro», dijo para el caso de que gane el «sí» que pide la aceptación de la propuesta del Eurogrupo en los términos habidos antes de la convocatoria del referéndum y del impago al FMI. La verdad es que dentro y fuera de Grecia son muchos los que esperan que triunfe el «sí» y no sea solo Varufakis el que dimita, sino un gobierno en pleno que abra así camino a unas elecciones. Ayer se especulaba ya abiertamente con un adelanto de esos comicios que podrían ser inmediatos con cita en las urnas a finales de agosto.

                                                       REUTERS
Alexis Tsipras (izq) junto al ministro de Defensa, Panos Kammenos

Tsipras advertía ayer en una entrevista en televisión que si vence el «sí» asumiría la responsabilidad de «quedarse como garante del sistema». Declara así que él no dimitirá como Varufakis y como ya se lo han pedido. Y al menos pretende quedarse hasta unas elecciones.
Todo está en movimiento, es total la incertidumbre en el escenario político, solo comparable a la angustia de los griegos en las calles. Es un frenesí permanente en las televisiones con programas de actualidad política permanente en los que entran y salen miembros del Gobierno y oposición para descalificarse y anunciar soluciones o desastres según sea el resultado de las urnas el domingo.
Varufakis en todo caso anunciaba que si no le dan la razón se va. Mientras Tsipras volvía a pedir ese «no» como expresión del rechazo frontal a lo que llama «humillación» por parte de los acreedores y como apoyo a su gobierno para conseguir lo que anuncia como «un acuerdo ventajoso para la nación griega». La Europa oficial por el contrario ha anunciado que la victoria del «no» pondrá a Grecia en una situación poco menos que irremediable de salida del euro. Tsipras dice que no se lo cree y que jamás se expulsará a Grecia del euro. Muchos griegos le creen. Y están convencidos de que el voto del «no» fortalece su posición negociadora.

Fisuras
Pero ayer se intensificaron ciertos signos de fisuras en el frente del «no». Cuatro diputados del partido de Griegos Independientes, la extrema derecha aliada del ultraizquierdista Syriza, anunciaron que votarían «sí». También pidió el voto afirmativo el ex primer ministro Kostas Karamanlis, sobrino del histórico presidente Konstantino Karamanlis. Rompía su silencio desde que dejó el cargo en 2009. Lo cierto es que aumenta sin cesar la apuesta, la tensión y la polarización entre partidarios del «sí» y del «no» en este referéndum tan cuestionable tanto por la forma y el plazo de convocarse como por el contenido de la pregunta.
La presión en favor del sí por parte de todas las fuerzas democráticas y sociales contrarias a Syriza ha dado pie a abiertas acusaciones por parte de la ultraizquierda gubernamental contra la supuesta «traición» de la oposición. Tsipras ya dedicó durísimas acusaciones a la oposición en su discurso del miércoles en televisión y llegó a decir que intentaban conseguir un golpe para sustituirle por un primer ministro no electo. Lo cierto es que el presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, era citado ayer por medios griegos con la frase lapidaria de «Se está acercando el final del gobierno de Tsipras». Lo que confirmaría que también fuera se cuenta con una victoria del «sí». Pero es una frase peligrosa porque alimenta precisamente esa rabia del nacionalismo griego contra la intervención exterior, máxime siendo alemana, que puede tener efectos movilizadores del «no».
Aunque sometido a inmensa presión, Tsipras volvió a demostrar su madera de líder y compareció con el ministro de Defensa, el ultraderechista Panos Kamenos, para erigirse ambos en defensores de un ejército que, según ellos, los planes de la troika intentan diezmar en su dotación de personal. Los generales, cuyo presupuesto era sagrado, están muy enfadados también. Grecia es el país con mayor presupuesto de defensa de Europa debido a su histórica enemistad y sus controversias fronterizas con Turquía. Lo hacían poco después de que se anunciaran las citadas deserciones en el partido de Kamenos. Uno y otro son virtuosos en echar la culpa de sus dificultades a los europeos en general, a los alemanes en particular o a los organismos internacionales. Ayer sin embargo no tocaba atacar al FMI ya que este publicaba un papel en el que establecía que Grecia necesitaría al menos 50.000 millones más de sus socios europeos, además de una quita de deuda. Estas cifras del FMI y sus sugerencias sobre la quita son hoy lo último que se quiere escuchar en Bruselas, en Berlín o en Francfort. Lo cierto es que, lejos de pulsos internacionales y declaraciones, los griegos no saben qué va a suceder con su voto.
Ni los del «no» saben qué pasará si triunfa su opción ni los del «sí» cuál va a ser el precio. Marcos Foscolos, sacerdote católico y celebre personalidad cultural de la isla de Tinos lo describe muy bien. «Nadie nos ha dicho qué sucederá el lunes. Queremos saber qué nos espera a los griegos. Y no nos lo dice nadie». Otros son más pesimistas como Ioanis, un hombre triste y sereno que dice que quien vote «no» no sabe dónde acabará Grecia. Y quien vota «sí» «nos entrega totalmente a los europeos». Y cuando dicen europeos muchos griegos, ya parecen hablar de enemigos. Mientras otros, como la joven ingeniero Anastasia quiere precisamente a los europeos «para que nos rescaten a los griegos de estar secuestrados por la historia».

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