The Unending Gift

jueves, julio 02, 2015

TODO IRÁ A PEOR EN GRECIA

Por HERMANN TERTSCH
 Enviado Especial a Atenas
 ABC Jueves, 02.07.15


Los izquierdistas de Syriza han caído en su propia trampa, al convocar un referéndum que puede convertirse en su tumba política

Elecciones en el horizonte Si en la consulta hay una victoria abrumadora del «sí», Tsipras tendrá que convocar elecciones; ahí es donde muchos creen que está la solución

Lejos de la realidad Todo volvió a resumirse ayer en la lucha del sentimiento contra la realidad, un sentimiento adornado de mentiras para alimentar el victimismo

Tras cinco meses en el poder, Alexis Tsipras gobierna desde ayer el primer país quebrado en Europa, al borde de abandonar la moneda común del euro. Con once millones de habitantes angustiados, irritados, desesperados, crispados y enfrentados y posiblemente a punto de entrar en una emergencia humanitaria. Pero el primer ministro y líder del partido ultraizquierdista Syriza compareció ayer ante los griegos para asegurarles por televisión que los problemas son pasajeros y los salarios y las pensiones están garantizados, y que con la victoria del «no» en el referéndum del domingo él tendrá el instrumento y la fuerza necesarios para imponer a Europa una solución que le dé la razón a Grecia y evite cargas humillantes como las que le propuso el Eurogrupo. Mucho sugería ayer en Atenas un Gobierno desarbolado, con un jefe que mandó dos cartas a Bruselas en 48 horas y al parecer estudiaba suspender el referéndum al mínimo guiño de los acreedores. Pero no hubo tal gesto. Angela Merkel, en un discurso ante el Bundestag retransmitido en directo por la televisión griega, desbarató estos planes con su declaración de que Europa es fuerte y esperará hasta después del referéndum. Y ni las prisas y angustias de Hollande, que parecía temer el referéndum, han salvado a Tsipras de su propia estrategia. Que amenaza con volverse contra él. Si el «sí» es mayoritario, como insinuaban diversas fuentes en Atenas, Tsipras tendrá que convocar elecciones. Muchos consideran que ahí y solo ahí puede haber una solución para la permanencia de Grecia en la moneda y la casa común europea. De salir triunfante el «no», habrá pocos argumentos para quienes como Merkel insisten en prolongar la agonía con esperanzas de lograr dicha permanencia.

Un enorme «no» cuelga en el Ministerio de Finanzas en Atenas

Grecia pasó ayer su Día 1 como país insolvente y quebrado internacionalmente con su población sacudida por un torrente de sentimientos, temores, incertidumbres y la única certeza de que todo puede ser mucho peor. Las noticias que se acumulan lo confirman, por mucho que el Gobierno y los medios oficiales aseguren lo contrario e insistan en que, con un gran voto de dignidad que le diga «no» a la propuesta última de Europa, el futuro se abrirá a la esperanza y todo lo que ha ido mal hasta ahora podrá por fin solucionarse. Los jubilados, que desde la madrugada se habían concentrado ante los bancos para intentar rescatar al menos parte de su pensión, no parecían creer mucho en ello. Y los partidarios del «sí», de romper con la política de enfrentamiento permanente con Europa, advertían sobre las terribles consecuencias de continuar por la senda del desprecio a las realidades. Sobre el negro futuro de una Grecia fuera de Europa y de nuevo con el dracma.
Ese es quizás el primer efecto de que al final, a las cero horas del 1 de junio de 2015, Grecia quebrara. De repente se había producido lo que todos racionalmente sabían posible. Pero que nadie había asumido realmente.

La angustia
Muchos griegos recitaban sin saberlo aquel verso de Jaime Gil de Biedma de «que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde». Demasiado tarde, piensan muchos que lo vieron venir y advirtieron pero fueron ignorados por una mayoría que los llamó catastrofistas y agoreros, o derrotistas vendidos a los alemanes y al capitalismo internacional. Tsipras ganó las elecciones con la promesa de acabar con la tiranía de Alemania, el BCE, el FMI y los bancos. Pero siempre aseguró que lo sucedido ayer jamás ocurriría. Ha pasado y se ha disparado la angustia de los griegos, ante los bancos, en las colas en todos los cajeros menos los ya vacíos, en las tiendas vacías, en las empresas cruzados de brazos o sentados ante sus casas o el televisor, en paro o enviados a casa por falta de trabajo. Ayer Tsipras no recordó sus promesas no cumplidas. Pero hizo otras. Tras un nuevo rechazo del Eurogrupo a aceptar una carta con una contrapropuesta condicionada, tramposa una vez más, el primer ministro se dirigía a la nación por la televisión pública recién abierta. Lo hacía para pedir el «no» en el referéndum del domingo. Referéndum, por cierto, muy cuestionable. Que no cumple ningún requisito de los establecidos por el Consejo de Europa, pero también dudoso para constitucionalistas griegos. Por su premura, la presentación de la pregunta, problemas logísticos con la improvisación y falta de observadores.
Según Tsipras, con el «no», con el rechazo a la última propuesta de Europa, del FMI y del BCE, los griegos demostrarán estar a la altura de la grandeza de su historia y le darán un instrumento para conseguir con renovada fuerza un acuerdo justo con los acreedores que no es otra cosa que vencer a la Europa del capitalismo y la banca. Tsipras volvió a descalificar a sus socios europeos y acreedores, únicos culpables según él de que los griegos sufran. Según el primer ministro ultraizquierdista, la Europa cruel de los mercados, con ayuda de sus colaboradores griegos, en referencia a la oposición, quiere asfixiar a los griegos para romper su voluntad y su carácter amante de la libertad. Ante el ultimátum humillante que le había puesto el Eurogrupo no tuvo más remedio que convocar esta consulta. Todo volvió a ser ayer, eso sí, cada vez más cerca de la apoteosis, la permanente lucha en Grecia del sentimiento contra la realidad. Del sentimiento que se adorna con todas las mentiras posibles para alimentar ese victimismo tan propio del nacionalismo que hacía ayer a tantos griegos partidarios de no explicar que la situación de Grecia se debe a que la banca internacional quiere robar a los griegos su dinero y su vocación de libertad. De todo lo demás, deuda y esas cosas, no se acuerdan. Y al final siempre llega la dura respuesta de esta terca enemiga que es la realidad con la fuerza de los hechos. Algunos de ellos se volvieron a imponer ayer.

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