EL CHAVISMO SE APOYA EN EL HAMPA PARA SEMBRAR EL MIEDO EN VENEZUELA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Caracas
ABC Sábado, 26.09.15
Los cuadros inferiores del régimen, mezcla de policías y
ladrones, son una fuerza intimidatoria
Miedocracia Chávez sabía dosificar
la miedocracia, pero a su sucesor, Nicolás Maduro, esta administración del
terror se le ha ido de las manos
Podemos Si los votantes españoles pudieran
experimentar el miedo que se masca en ciudades y pueblos, el partido franquicia
del chavismo no obtendría ni un solo voto
«No les mires a esos
motoristas de la GNB (Guardia Nacional Bolivariana». «En general no mires
a los ojos. A ninguno de ellos». «Ellos» son los policías en las motos que
no solo acosan a manifestantes de la oposición. También te pueden pedir el
reloj en el semáforo. Y tú se lo das si no quieres morir allí, sin más. Te
rompen el parabrisas si consideran que les miras mal o con arrogancia. Para
demostrarte que ellos mandan. «Ellos» son también los grupos que están en
esquinas o cruces, en los mercados o aparcamientos. No son ni policías ni
ladrones sino ambas cosas o una mezcla de las dos. Son los miembros del hampa
que tiene un poder vicario del régimen y controla al tiempo que consigue lo que
necesita para que sus miembros vivan con un poco más que los que no tienen
nada. Son los cuadros inferiores del régimen integrados en estos grupos cuyo
principal cometido es generar miedo y mostrar presencia, extender el miedo por
el espacio público y todos los recovecos posibles del privado.
AFP
Dos chavistas apuntan con un arma a opositores, durante
choques en un campus universitario de Caracas
Más allá del miedo a
ser detenido por protestar o militar contra el régimen está el miedo general y
difuso de la indefensión total, a ser atropellado por esas fuerzas de la
brutalidad impune. Es la guardia pretoriana de la «miedocracia», como definió a
este régimen chavista en su libro de ese nombre el psiquiatra y autor Luis José
Uzcátegui. Publicado en 2011, es uno de los libros que más y mejor escarba en
los mecanismos de poder del chavismo en Venezuela. Hoy ya, con el colapso de la
economía que ha desarbolado al régimen y lo ha inhabilitado en su faceta
benefactora, su otra cara de administrador del terror ha adquirido aún más relevancia.
Y es la que prima. El miedo paraliza, el miedo hace torpes y erráticos a
quienes lo padecen.
Maduro y Cabello
El texto de
Uzcátegui, además de un brillante análisis político, deviene en un libro de
autoayuda porque invita al venezolano a buscar un control de su miedo. A partir
de la toma de conciencia de que los auténticos esclavos del miedo son los
miedócratas. Son Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, los ministros y generales
corruptos, los oligarcas del régimen que han ayudado en el saqueo sin límites
ni contemplaciones del Estado venezolano. Ellos son multimillonarios y manejan
inmensas fortunas dentro y fuera del país. Pero son en su mayoría gentes sin
educación que solo saben acumular y tienen miedo a perderlo todo. Tienen por
eso pánico ahora que todo el edificio del régimen chavista se tambalea. Su
consuelo insuficiente está en que los venezolanos hoy tienen razones para temer
todo. Porque viven en un país sin ley ni orden ni seguridad. Y hay que tener
miedo para sobrevivir en este entorno. Miedo a salir de casa, a volver a casa,
a bajar del coche, a comprar en la calle, a bajar la ventanilla, a protestar, a
sacar a los niños, a viajar, a enseñar sin querer en la calle cualquier cosa
que alguien con un arma pueda desear. Solo lo piden en el mejor de los casos.
Normalmente disparan y lo cogen.
Vender turbación
La miedocracia ha
estado diseñada y forma parte capital de toda la estructura de poder del
chavismo desde un principio. Pero Chávez sabía dosificarlo. Y a su sucesor esta
administración del terror, como tantas otras cosas, se le ha ido de las manos.
«El miedo que tienes – dice Don Quijote– te hace Sancho que ni veas ni oigas a
derechas: porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos». El
objetivo principal es vender turbación. Lo dice Cervantes y Maquiavelo: «Cuanto
más aterrada está la gente más responde al tirano». Su tarea es recordar a
todos los venezolanos que son infinitamente vulnerables, que son mortales en el
sentido más inmediato. Que han de recordar que tienen que estar siempre
asustados. Ellos van todos armados. A nadie se le ocurra discutir con quienes
abusan de gente junto a las cajas en el supermercado o entran directamente y
cogen lo que quieran. O le quitan algún producto a alguien con descaro. ¡Ah y
ten cuidado!
«En ese aparcamiento
han secuestrado mucho estas semanas». «Ayer mataron ahí junto a la parroquia
a dos asaltantes». «Esta mañana ultimaron a otros dos jóvenes. Dicen que en un
tiroteo. La familia del más joven asegura que el chico estaba durmiendo con su
mujer cuando llegó la policía». Da igual. Muertos, a la morgue. Si caben. A
veces no es el caso. Hay cola para recibir sepultura. Saturación en la morgue
porque no se entierra ni los familiares recogen los cuerpos. La vecina ha sido
degollada. «¿Para qué degollarán a una señora que no podía molestar mientras
robaban?», pregunta una vecina. «Da igual, por gusto», se responde a sí
misma.
Han sido 120
asesinatos en una semana en el Gran Caracas. Ahora a principios de septiembre.
Son 25.000 asesinatos al año en Venezuela. Caracas, con las ciudades
hondureñas, es la más violenta del mundo. Guerras aparte. O no. Porque hay
guerras en las que se mata.
Los consejos,
cariñosos pero apremiantes, se multiplican para el recién llegado que recorre
en coche las calles de Caracas, una ciudad en la que sus millones de habitantes
viven todos enjaulados tras barrotes, en chozas, barracones, en bloques
miserables o buenos edificios, en chozas o mansiones, todos tras verjas,
barrotes y alambradas. Hasta en últimos pisos de los edificios más altos. El
terror se palpa.
Si los votantes
españoles pudieran experimentar durante una hora el miedo que se masca en las
calles de las ciudades y pueblos venezolanos, la impresión sería tan inmensa y
devastadora que el partido de Podemos, surgido en España a partir de una
franquicia del chavismo gobernante, no obtendría ni un solo voto.
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