EL CIERVO EN FUGA
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 27.09.16
Pedro Sánchez es un lógico producto de la siembra
revanchista de odio sectario de Rodríguez Zapatero
UN ciervo en fuga aparece en las leyendas de fundación de
muchas ciudades de la Europa y el Asia medieval. Animal presumido donde los
haya, se va a la berrea pretencioso a intimidar a sus rivales y de tanto
mirarse desde la roca en el lago no se entera de que está en el punto de mira
de la ballesta de un rey cazador, menesteroso y hambriento. Despistado en el
disfrute de su buen porte y sus ciervas, nota que tiene un problema cuando
siente un dolor en la nalga, la flecha. Huye sorprendido, ofendido y aterrado,
y el rey, detrás del guapo animal. Al final el ciervo desaparece porque queda
mal que se lo coma el rey antes de fundar la ciudad en aquel glorioso paraje. A
Pedro Sánchez tampoco se lo va a comer nadie al final de su escapada. Ya ni
siquiera a besos. No va a quedar de él ni trofeo. Presumió de porte y ha
quedado en percha. Lo devorará su impotencia ante el fracaso. Pero en su
desesperada huida hacia adelante bien puede hacernos a todos un servicio
involuntario. Como ciervo herido puede llevar a los políticos españoles a una
nueva situación en la que vuelvan a encajar ciertos intereses y voluntades
nacionales que habían quedado sin control. Como el valle escondido de
abundantes aguas y tierras negras de la leyenda, este desesperado puede acabar
orientando a muchos, siempre sin querer, hacia unas bases para la reordenación
del mapa político español cuyo trastorno ha causado un bloqueo institucional
que, como sigamos así, dinamitará nuestra paz civil y la convivencia.
Quizás nos haga ese gran favor el político menos dispuesto a
hacer favores que hemos tenido, el más mal encarado en décadas, el que une en
sí la irresponsabilidad dolosa de Zapatero con la hosquedad de ese tal Gabriel
Rufián, ese apolítico rufián que entendió que no hay mejor oportunidad laboral
en Cataluña que hacerse violentamente separatista. Pedro Sánchez es un lógico
producto de la siembra revanchista de odio sectario de Zapatero que llevó de
hecho al PSOE a romper con el constitucionalismo. Que carecen de otro concepto
político que no sea el del enfrentamiento que refleja y recrea los bandos
guerracivilistas. Hoy, todos los dirigentes medianamente sensatos y
responsables, que toleraron y participaron en aquella deriva zapateril por
cobardía, interés propio o ambas cosas, saben ya bien que ese camino del abrazo
a Podemos los convierte en Podemos más pronto que tarde. Eso al ciervo en fuga
no le importa porque él es parte del proyecto podemita que lleva a una unión de
la izquierda que acata al final la hegemonía de los más radicales. Por primera
vez desde el malhadado congreso del año 2000 en que llegó el Atila leonés, los
socialistas habrán de decidir si se lanzan a ese abrazo podemita con la
desaparición del PSOE a corto/medio plazo o intentan la reconquista de la hegemonía
de la izquierda para el constitucionalismo, tarea dura y de incierto final.
Sánchez ha hecho ya imposible que el PSOE sobreviva en la agonía que dejó tras
de sí Zapatero en 2011. Hoy ya la única posibilidad real de supervivencia del
PSOE radica en recuperar una vocación institucional y expulsar a los arrabales
políticos a los proyectos totalitarios en alianza con los separatistas. La
agonía en la indefinición del PSOE se acaba. Siempre será para bien. Porque una
de las partes ha de morir para que no mueran todas. Y si mueren, las dos otras
vendrán. Nadie debiera llorarlo mucho. Después se verá qué sucede en la otra
pata de nuestro escenario político. Con esa derecha que hoy no es nada más que
triste refugio ante la amenaza de los bárbaros.
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