SOLO PARA NO ESPAÑOLES
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 27.12.16
Cuando no se cumple la ley y no se evita el abuso, la
xenofobia está servida
EL Ayuntamiento de Madrid ha abierto en la calle Canarias
número 5, en el distrito de Arganzuela, un comedor social exclusivamente para
extranjeros. Es de suponer que si llega allí un español hambriento se le
despachará con un «¡Usted, qué se habrá creído, español!». Eso después de haber
pasado por los trámites que lo desenmascaran como alguien que no merece allí ni
un cuenco de sopa. Por español. Antes, claro, se le habrá pedido que enseñe
residencia, pasaporte tercermundista o documento del trámite eterno de
expulsión, que jure su condición de ilegal sin papeles o tenga pruebas de haber
saltado la valla de Ceuta o de haber participado en un motín en algún CIE.
Hace ya tiempo que en regiones de España, si uno se
identifica como español solo se granjea problemas. Se le discrimina en la
promoción profesional, se le tacha de sospechoso y poco fiable, se cae de las
listas de beneficiarios de servicios municipales, de diputaciones y del
Gobierno autonómico y se le agrede con insultos televisados y ofensas a España
en los colegios y administración. Pero nunca se había llegado tan lejos como
ahora el Ayuntamiento de Madrid, que lleva su «welcome refugees» y «viva la
inmigración ilegal» hasta el punto de negar a los españoles un servicio que
ofrece a extranjeros. Aunque siempre se supo que el Gobierno municipal de
Manuela Carmena prefiere mil veces a un inmigrante ilegal a cualquier honrado
comerciante o trabajador español. Este siempre es sospechoso de haber votado al
Partido Popular.
Lo que llama más la atención de este nuevo servicio
exclusivo para extranjeros del Ayuntamiento de Madrid es que no se hayan
percatado de su absoluta identidad de criterio con un servicio que presta desde
hace unos años un grupo de extrema derecha en Madrid, llamado Hogar Social.
Este es combatido con fiereza por el Ayuntamiento, por los medios, por la
Policía y por todos los partidos en el consistorio porque ha instaurado un
reparto de ayudas y comidas solo para españoles. Aunque no guste y la
discriminación de ambos casos sea lamentable, tiene quizá más sentido que
españoles en situaciones de emergencia puedan recibir algún servicio que no se
otorga a todo extranjero que lo contrario. En otros países donde la inmigración
ha invadido los servicios públicos y con frecuencia los copa con extremo abuso,
la respuesta ha sido la revuelta contra los políticos tradicionales que lo
permiten y unas apuestas radicales de exclusión. Los europeos ven que trabajan
hoy para pagar a cada vez más no europeos que no trabajan y que invaden el
espacio público. Eso genera odio. Porque no se cumple la ley y porque no se
evita el abuso.
Lógico es en todo caso que Podemos y los neonazis acaben
practicando lo mismo, aunque sea inverso en la discriminación y lo llamen de
otra manera. Siempre acaban practicando lo mismo, los nazis y los comunistas.
Es su sino. Les pasa con el antisemitismo. Pero les pasa ante todo en su odio
compartido a una sociedad libre y abierta, pero firme y consciente de la
necesidad de conservar sus valores y la defensa de los mismos. Esa sociedad con
músculo que regule inmigración y obligue a la integración. Esa que hoy no
existe en España ni en muchos otros países de Europa por culpa de unos
políticos democráticos siempre dispuestos a toda concesión que ahorre una
molestia. Después lloran todos por la xenofobia, la islamofobia y todas las
fobias que ven en cualquier resistencia a una inmigración masiva permanente. La
que amenaza con desfigurar definitivamente los rasgos definitorios de nuestra
sociedad como europea y de cultura judeocristiana, la única que hace posible la
democracia y el desarrollo en libertad en los individuos.
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