LA FE DE ERRORES
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 30.12.16
La izquierda totalitaria desconoce la fe de errores y la
enmienda
EL lunes cometí un error. En mi columna «Montecassino»
atribuí al Ayuntamiento de Madrid la gestión de un comedor que solo da comidas
para extranjeros. «Solo para no españoles», se tituló el artículo. Por unos
mensajes y un anuncio de dicho comedor en la página web del Ayuntamiento di por
hecho que era parte del mismo. Pues no era así y me equivoqué. Es evidente que
no hice la necesaria comprobación. El comedor es una iniciativa de la Comunidad
de Madrid y es gestionado por ella. En cuanto fui advertido del error lo
anuncié en las redes sociales. Y pedí en ABC que publicaran una fe de errores.
Desde que estoy en esta profesión, aún más, desde que de niño comencé a
conocerla y amarla en mi casa y en la redacción de mi padre, hay fundamentos en
ella que no son asuntos de prestigio profesional, son cuestiones de honor
personal. Y entre los compromisos personales está la enmienda pública si se
tiene conocimiento de haber publicado una información no correcta. Por eso no
me puse de perfil para dejar que el torrente de noticias hiciera olvidar al día
siguiente el desaguisado, tal como hacen hoy la inmensa mayoría de los
dedicados a este negocio. En el que hace tiempo que la palabra honor ya solo se
usa para alguna guasa. La publicación de la fe de errores movilizó, como yo
bien sabía que pasaría, a toda la inmensa jauría que en las redes sociales me
honra con un odio pleno de dedicación, intensidad, lealtad y constancia. Es
cierto que todo aquel que opina y escribe tiene que tener enemigos para no ser
irrelevante. Pero nunca osaría arrogarme tantos méritos como las nutridas filas
de mis odiadores pudieran sugerir. Los esfuerzos por destruirme profesional e
incluso personalmente vienen de muy lejos. No aburriré con detalles, pero sí
puedo decir que en España en esta profesión ha habido pocos intentos de
«character assassination» más intensos y constantes.
Aun para alguien tan experimentado como yo, lo de estos dos
días pasados ha sido notable. Después de que agitadores y periodistas
izquierdistas, notorios por sembrar mentiras, medias verdades y manipulaciones
permanentemente y a los que, eso sí, no se conoce una sola «fe de errores», lanzaran
el artículo errado y la fe de errores a las redes, he recibido una catarata de
insultos, descalificaciones y vejaciones verbales de cientos de agresores, en
su mayoría, claro, desde el anonimato. Su odio y brutalidad solo se explica con
el mensaje de resentimiento que reciben en los abrevaderos de las ideologías
más abyectas y fracasadas que son hoy en España tantas escuelas, facultades y
televisiones. La izquierda totalitaria no conoce la fe de errores ni la
enmienda, ni el «me he equivocado», salvo en imposturas como la grotesca carta
de Pablo Iglesias a la militancia. Tanto desconoce la práctica de enmienda esa
izquierda que sigue obcecada con imponernos una ideología que ha causado cien
millones de muertos en el siglo XX. Y en cada generación resurge con la
sangrienta «marmota» del fanatismo, la miseria, la mentira y el crimen. En mi
columna decía que comunistas y nazis siempre comparten métodos y fines. Así es.
También son ciertas todas las demás consideraciones sobre la catástrofe que
supone una inmigración caótica que la sociedad no puede integrar. Y sobre la
vocación de utilizar a la inmigración para destruir la sociedad abierta
occidental. Lo terrible es que, siendo verosímil que ese comedor fuera del
Ayuntamiento, lo cierto es que es de la Comunidad. Lo que demuestra hasta qué
punto la derecha ha entrado en la absoluta inanidad y falta de músculo y
brújula moral que emula a la izquierda hasta en sus peores perversiones.
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