The Unending Gift

sábado, marzo 11, 2017

NO ES LA VELOCIDAD, ES LA DIRECCIÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 11.03.17

Puede ser efímera la satisfacción de los grandes por sus advertencias ejemplarizantes a Polonia

La Cumbre de Bruselas ha acabado mal por mucha celebración autosatisfecha que se escuche de los países grandes de los ya 27. No ha solventado ningún problema de la UE en la peor crisis de su historia cuando se prepara a celebrar el 60 aniversario de su nacimiento con los Tratados de Roma. Quizás haya añadido alguno. Porque queda demostrado lo que la Comisión y los poderosos se empeñan en negar: que la UE está en una crisis de legitimidad democrática. Que la incapacita para articular la voluntad de las naciones e impone una política socialdemócrata de consenso aún gobernante en los países más grandes, pero cada vez más cuestionada desde otros países y desde sus propias oposiciones internas. Por eso puede ser efímera esa satisfacción de los grandes y la Comisión por sus advertencias ejemplarizantes a Polonia. Le han hecho pagar su notable falta de inteligencia política, quizás menos atribuible a su primera ministra Beata Szydlo que a su gran jefe, Jaroslaw Kaczsynski.

Polonia ha sido aislada y derrotada en su esfuerzo por impedir que siga de presidente del Consejo un Donald Tusk que es hombre eficaz de Bruselas, pero un activo enemigo del gobierno de su país. Varsovia se obcecó, no hizo caso a sus socios de Visegrado y sirvió en bandeja una victoria al núcleo duro. Pretender que esto acerca una solución sostenible es absurdo. No ya solo porque varias citas electorales pueden dinamitar esa unidad entre los grandes. Sino porque no tiene sentido hablar de varias velocidades cuando se trata de diferentes direcciones. Las velocidades ya son distintas en el euro, en Schengen y mucho más. Pero si se amenaza a países con quitarles unos fondos que les corresponden por derecho para imponerles sumisión política contra la voluntad de sus pueblos, no serán solo los del grupo de Visegrado los que se sientan amenazados. De ahí se está a un paso de la disgregación en grupos. Si esto sucede ni España ni Italia pueden soñar con estar en el grupo de Alemania.

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