MERKEL Y SCHILLY, BUENOS Y MALOS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 13.06.17
Un viejo socialista denuncia verdades inaceptables sobre
inmigración
EL continente de África tenía en cierto instante a media
tarde de ayer 1.244.510.549 habitantes. Un segundo más tarde eran muchos más.
La cifra de este año que se acercará a los 1.300 millones se habrá casi
duplicado para el 2050. Entonces se espera que África tenga ya 2.500 millones
de habitantes. Estás cifras merecen conocerlas todos aquellos que tiendan a
pensar que la solución a los problemas de África están en que los africanos que
quieran venir a Europa tengan derecho a hacerlo. Lo cierto es que aunque todos
los 500 millones de europeos decidiéramos quitarnos de en medio y ahogarnos
voluntariamente en el Canal de la Mancha en un gran gesto final de generosidad
y amor al inmigrante, no habría sitio en el viejo continente para los
africanos. Ni habría un sistema y unas sociedades que les dieran de comer. Es
por tanto loable que ayer en Berlín, la canciller Angela Merkel inaugurara una
Conferencia del G20 sobre África para elaborar planes de desarrollo y convocar
a inversores para ese continente. Merkel está volcada en la cuestión africana
como uno de los frentes políticos en los que escenifica soluciones para la
inmigración. Con eficacia ante las elecciones. Hace un año estaba enterrada,
hoy vuelve a parecer imbatible. Aunque sepa bien que inversión y desarrollo no
reduce la inmensa presión actual de la migración. Hay diez millones ya en ruta.
Y el éxito de las entradas ilegales es la mejor publicidad para los
traficantes. Porque la censura contra todo lo que no sea el buenismo
socialdemócrata avanza sin pausa en Europa con el celoso apoyo en los medios de
comunicación. Se persiguen libros, se cierran cuentas en redes sociales, se
despide o se lincha virtualmente a autores discrepantes y toda voz que se alce
contra la Europa merkeliana y ahora macroniana. En Europa hay buenos y malos
según lo que opinen. La corrección intocable.
Pero aun hay algunos que advierten de que, por mucho que el
coro mediático nos diga que todo va bien, no es así. Que cada vez son más los
europeos que se sienten amenazados en su seguridad, en su identidad y en su
existencia sin que reciban atención ni respuesta de la UE ni sus gobiernos. Y
que la amenaza no es la extrema derecha sino los muchos problemas que se
ignoran porque la política los desprecia y mira hacia otro lado. Otto Schilly,
un viejo miembro del SPD, que fuera fundador de los Verdes, ha levantado la voz
contra una canciller que, según él, actúa como una monarca, desprecia el estado
de Derecho y causó un inmenso daño provocando la avalancha de refugiados e
inmigrantes ilegales. En una entrevista en Die Welt am Sonntag, Schilly,
ministro del Interior de Gerhard Schröder, arremete contra Merkel y la opinión
monolítica impuesta en Berlín. Schilly califica de catastrófica la política de
inmigración, denuncia que entra en silencio más de un cuarto de millón. Ataca
también las formas de Merkel en su política energética con su abandono
unilateral de la energía nuclear y la devastación de paisajes, naturaleza y
entornos culturales con la masificación de la eólica. Para Schilly, al que aun
no han tachado de extrema derecha aunque todo llegará, la forma de gobernar de
Merkel es una estafa que coarta e impide el debate. Y que está simbolizada por
la gran mentira de que no habrían podido controlarse las fronteras aquel
fatídico 4 de septiembre del 2015. Y que por eso, ella, como un monarca
absolutista, decidió abrirlas a la inmigración incontrolada y cambió
definitivamente las vidas a millones de alemanes sin consultarles. Las
fronteras eran controlables, afirma el exministro del interior. El drama, dice,
podía haberse evitado.
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