REBAJEN UN POCO EL APOCALIPSIS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
02.06.17
EE.UU. seguirá protegiendo su medio ambiente mucho más que
la mayoría
DAN ganas de recurrir a todo el «pathos» del alma para una
condena en los términos más dramáticos, hasta apocalípticos, de la decisión de
Donald Trump de retirar a EE.UU. del Acuerdo de París de Cambio Climático.
Nadie la echará de menos, con todo el mundo dedicado a calificar al presidente
norteamericano como el demonio, el monstruo peor que Hitler y Stalin, el ser
más vil de todos los tiempos. Dicen algunos que esto es la prueba de que Trump
quiere destruir el mundo. Y es que este hombre no quiere ni a sus hijos y
nietos. ¿Que le habría costado haberse quedado dentro de un acuerdo que tan
poco molesta? Y que otorga grandes dosis de buena conciencia en las plantas
nobles de la gran corporación del club de estadistas ilustrados, democráticos o
no, que tienen acuerdos amplios en cuestiones no vitales. Así la globalización
pueda mostrar una cara amable a quienes por lo demás creen solo sufrirla.
Habría sido más cómodo para Trump quedarse en el club. Habría evitado otro
tsunami de odio y vilipendios. Habrían dicho que el viejo loco no se atrevió al
final a romper el acuerdo. Y es que es el acuerdo del Sagrado Consenso de esa
Nueva Religión del Cambio Climático. Religión cuyo sumo sacerdote fue Al Gore,
el caradura de vicepresidente de Bill Clinton que no servía para nada, pero
acabó haciendo una fortuna astronómica de misionero del miedo por el mundo.
Si Trump dice que se queda en el Acuerdo de París todos
habrían sonreído y dicho que tiene miedo a su destitución. Al «impeachment» esa
obsesión patológica ya de toda la izquierda norteamericana, enferma de
humillación y frustración por haber perdido las elecciones. Y por haberlas
perdido ante el hombre para el que se le han agotado calificativos denigrantes
e injurias. Al que votantes del Partido Demócrata proclaman querer estrangular
o desollar. En mensajes como tuits de los peores comunistas podemitas españoles
con entonaciones placenteras con el asesinato y la tortura de adversarios
políticos. Si es un horror en este lumpen amoral de la extrema izquierda
española, es escalofriante en mensajes de norteamericanos urbanos e ilustrados.
El odio a Trump tiene calidad especial que se estudiará en el futuro.
Pues Trump se va del Acuerdo de París. Sigue desmantelando
todo lo hecho por su antecesor. No podrá enmendarlo todo de esos ocho años
nefastos por mucho que Obama los disfrazara con sonrisas y retórica piadosa. A
nadie le pegó nunca mejor ese dicho de «Ni una mala palabra, ni una buena
acción». Nadie pretende que Trump sea justo lo contrario. Pero en esta cuestión
sí hay mucha más gente de la que se atreve a decirlo, que ese Acuerdo de París
es un mero andamiaje ideológico. Malos son por principio los consensos
obligatorios para defender una nueva verdad absoluta y revelada. Que por
supuesto no es tal, pero como tal es tratada. Y así permite reprimir,
descalificar, marginar y perseguir a todo el que discrepe. La aceptación del
principio de la verdad absoluta del cambio climático como base de propuestas
ideológicas es un peligro y un triunfo de sus defensores más radicales. Son
nefastas para la libertad y para el principio del debate permanente. Y la
salida del Acuerdo de París no cambia nada. Los demás países no protegerán
menos su medio ambiente. EE.UU. tampoco. Los líderes habituales no se habrían
salido porque para nada le molesta seguir dentro. Tampoco los países de la OTAN
pagan sus cuotas y a nadie se le ocurre irse. Pero Trump da otro paso ahí de
guerra al consenso de la corrección política ideológica que muchos no pueden
evitar ver y saludar como un golpe liberador. O sea que menos Apocalipsis.
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