LOS MIL PALMEROS DE MERKEL
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
21.07.17
Un estudio revela la sumisión mediática a su política de
refugiados
RECORDARÁN que en la Nochevieja de 2015 y las primeras horas
del año 2016 se produjeron en Alemania las mayores agresiones sexuales
colectivas habidas en Europa desde las violaciones masivas de mujeres alemanas
por soldados del Ejército Rojo. Especialmente en Colonia, pero también en
muchas otras ciudades alemanas, grupos de jóvenes inmigrantes de Oriente Próximo
y África asaltaron, vejaron, violaron y agredieron sexualmente a muchos cientos
de alemanas. Lo que no recordarán es que el día 5 de enero, cuando ABC contaba
como primer medio español los terroríficos hechos, la televisión pública
alemana ARD aún no habían informado de ello en sus vespertinos. Cuatro días
después de los hechos la noticia luchaba por hacerse sitio en unos medios que
intentaban no publicar lo que ya sabían que había sucedido. Porque temían que
esa noticia tuviera unos efectos sobre los alemanes que ellos querían evitar a
toda costa. Informar con veracidad generaría hostilidad a los refugiados.
Reforzaría la xenofobia e impulsaría a la extrema derecha. Razones suficientes
para ocultar los hechos en una Alemania donde la historia pesa. Antes ocultar
algo que ser sospechoso de racismo. Así los medios alemanes, en una unanimidad
que da aún más miedo en aquel país que en cualquier otro, apoyan a Merkel y su
política de inmigración, ocultan todo lo que pueda perjudicarla y atacan y
desacreditan al que la critica.
La buena intención recomendaba la ocultación. También a la
Policía y las autoridades municipales. Nadie quería denunciar los hechos para
no ser sospechoso de racismo ni de difundir información «favorable al racismo».
Lo mismo pasó en Rotherham, en el Reino Unido. Una mafia de paquistaníes estuvo
20 años traficando con menores blancas a las que violaban, drogaban, vejaban y
torturaban. Desde la Policía a los servicios sociales, todos sabían o
sospechaban. Pero callaban porque tener problemas con musulmanes siempre
granjea la acusación de racista o islamófobo. Se calla por miedo, por comodidad
y por militancia contra el racismo. En Alemania queda documentado que los
medios han actuado, por sumisión a la retórica de la bondad del «welcome refugees»
del Gobierno, contra su deber, contra su compromiso y contra la
profesionalidad. Pero ante todo contra la verdad. El estudio expone la sumisión
del supuesto cuarto poder al primero en la primera potencia europea del siglo
XXI. Todo encaja en el marco de la «corrección política», mezcla de autocensura
y «militancia socialdemócrata». Este estudio sobre el comportamiento de medios
ante la crisis de los refugiados lo publica la Fundación Otto Brenner. Está
elaborado por la Hamburg Media School y la Universidad de Leipzig.
Según concluye, la prensa alemana fracasó en su labor de
informar de forma plural, crítica, equilibrada y veraz durante la crisis de los
refugiados. Se alineó con el poder, defendió sistemáticamente la versión
oficial de los hechos y atacó a aquellos que cuestionaron esa línea. Los medios
se convirtieron en portavoces unánimes y acríticos de la política de
refugiados, compartida por la oposición, del Gobierno de Angela Merkel. Al
margen de toda valoración de la política en sí, dramática es la constatación
académica de algo que es ya una evidencia en muchos rincones de Europa. Que la
mayoría de medios, lejos de ser un contrapoder, se han convertido más o menos
voluntariamente en un instrumento más del poder del consenso socialdemócrata
para reafirmar su política y su discurso y para perseguir y desacreditar a los
discrepantes. Mal asunto.
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