LA ANUNCIADA VICTORIA DE MERKEL MARCA TAMBIÉN UN FIN DE ERA PARA ALEMANIA
Por HERMANN TERTSCH
Desde Berlín
ABC Domingo,
24.09.17
DUELO
ELECTORAL EN ALEMANIA
La canciller volverá a ganar, pero se percibe que estas
serán las últimas elecciones «tradicionales» en el país
Imbatible La canciller viste con un eficaz sentimentalismo
de ama de casa un mensaje transversal y elástico que la hace imbatible
Hoy se celebran en Alemania unas elecciones federales que se
saldarán, eso ya está claro, con la cuarta victoria consecutiva de Angela
Merkel que cumple ahora doce años en la cancillería. Serán 61,5 millones de
alemanes, menos que hace cuatro años pese a un drástico aumento de la población
debida a la inmigración, los que decidan la composición del nuevo Bundestag. A
partir de un voto cada vez más fraccionado, la aritmética será la que decida
qué tipo de gobierno va a presidir Merkel los próximos cuatro años.
La canciller saca en todas las encuestas al menos 12 o 13
puntos de ventaja a su inmediato perseguidor que es el candidato del SPD,
Martin Schulz. El que fuera presidente del Parlamento Europeo, que al ser
elegido como rival de Merkel parecía despertar un eco prometedor, se derrumbó
muy pronto. Hoy vuelve a ser como sus dos antecesores en la candidatura del SPD
a la cancillería frente a Merkel, víctima propiciatoria de una candidata que ha
logrado arrebatar y hacer suyo el mensaje político de todos sus rivales.
Los socialdemócratas y los verdes se las ven y desean para
expresar algo distinto a la retórica de unos cristianodemócratas que
«merkelizados» han asumido un mensaje transversal y elástico que la canciller
viste con un eficaz sentimentalismo de ama de casa que la hace imbatible. Sin
embargo, todos son conscientes de que tras estas elecciones tienen que suceder
muchas cosas, en Alemania y toda Europa. El síndrome de fin de era se
manifiesta por doquier. Para Merkel es el final. Para toda la dirección del SPD
lo es incluso antes. Todos son conscientes de que la población todavía tiene un
voto tradicional que dar. Pero que puede ser el último. Para la clase política
alemana y para la Unión Europea. Se percibe en el discurso de todos el eco de
la necesidad de cambios urgentes.
Evitar la gran coalición
Los sondeos sitúan a Merkel en torno al 35%, a Schulz (SPD)
por el 22% y a los restantes cuatro partidos entre el 12% de los derechistas
del AfD y el 6% que le dan algunos sondeos a Los Verdes, solo un punto por
encima de la desaparición parlamentaria. Para evitar la gran coalición que
nadie quiere, Merkel pactaría con liberales en caso de ser suficiente. De no
serlo tendría que sumar a los verdes en un tripartido que no será fácil.
La alianza de izquierdas bajo Schulz con el SPD, Verdes y
Die Linke (La Izquierda) en un Frente Popular parece excluido ya por cuestiones
aritméticas. La gran coalición es desaconsejada por algo más. Con la irrupción
del derechista AfD en el Bundestag una gran coalición dejaría el peso de la
oposición frontal en este partido. Lo que en cuatro años de eco parlamentario
podría convertirlo en un partido de masas como se advierte.
Ha sido enorme la dificultad de Schulz para presentar un
mensaje propio, como se vio en el único debate televisado habido entre ambos.
De hecho las diferencias entre los dos grandes partidos son menores. Pero además
Merkel se presenta como la mejor ejecutora del programa ajeno. A Los Verdes les
ha pasado con Merkel lo mismo. Por eso están al borde de la desaparición.
Cuando Merkel formó en 2005 la gran coalición se asumió como un gran éxito del
patriotismo y el sentido común para afrontar las grandes reformas en marcha.
Cuando se repitió porque no había más remedio en 2013, tras un paréntesis de
una legislatura en la que Merkel gobernó con los liberales del FDP, el
entusiasmo ya era mucho menor. La gran coalición deja el Bundestag sin
oposición de peso. Los dos grandes partidos comparten gobierno, culpas y
errores. Como no hay reproche al otro sin exponerse uno mismo, no hay las
denuncias necesarias para que lleguen las enmiendas.
Así, a Alemania le ha ido muy bien en la economía estos
pasados años, ha batido récords de empleo y de bonanza financiera. Pero muchos
sectores denuncian que el gobierno Merkel está anquilosado, las reformas no
llegan y los retrasos son graves para una economía como la alemana. La lentitud
en el proceso de digitalización es alarmante. La transformación energética tras
el abandono de la energía nuclear, radical e inmediato tras el accidente de
Fukushima, tiene inmensos costos y genera efectos muy protestados de costos,
inseguridad jurídica y destrucción del paisaje con la energía eólica.
Supervivencia
Merkel vuelve a ganar. Aunque genere odios como nadie. Hace
dos años eran pocos los que creían que Merkel sobreviviría a la crisis que
desató ella misma al abrir sus fronteras a todo refugiado. Contravino la
legislación comunitaria con una decisión personal de inmensas consecuencias
para las vidas de millones de alemanes. Pasada la ola de entusiasmo del
idealismo alemán popular con su ejemplarizante generosidad y su gran dosis de
superioridad moral, comenzó a extenderse el miedo a los efectos de la llegada
de dos millones de inmigrantes musulmanes de muy difícil integración.
Y la indignación por la obcecación de la canciller en negar
el error y ocultar los efectos negativos y peligrosos de esta inmigración. Los
atentados islamistas habidos y sobre todo el rápido y agudo deterioro de la
seguridad pública, un bien de los alemanes desde la guerra, han sido achacados
directamente a Merkel por sus enemigos. Lo que es indiscutible es que aquella
decisión tuvo y tendrá inmensos efectos sobre Alemania y Europa.
SE ACABA LA UNANIMIDAD
La derechista Alternativa por Alemania (AfD) entrará en el Bundestag. Quizás con más de ochenta diputados. Serán una oposición muy real. Tras años en que el Gobierno de la canciller Merkel han dormitado sin nadie enfrente. La pesadilla de los democristianos de la CDU de tener un partido a su derecha en el Bundestag es ahora una realidad.
AfD es leal a la Constitución -si no, no sería legal- y su programa no es nazi ni extremista, aunque los demás partidos y la prensa los tachen de tales. No han podido liquidarlo. Será el discrepante en un parlamento en el que todos son facciones socialdemócratas del reinado de Merkel que apenas discrepan entre sí. Es el fin, en todo caso, de la unanimidad.
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