UN LUTERO POLÍTICAMENTE INCORRECTO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 28.11.17
Resurge hoy la voluntad de manipular el pasado como lo hizo
el nazismo
HASTA en la muy católica Baviera proliferan. Los escaparates
de las librerías en toda Alemania están repletos de portadas con su rostro. Se
han publicado este año centenares de títulos. Es el «Lutherjahr», el año de
Lutero. Se cumplen 500 años de aquel 31 de octubre de 1517 en que, según la
tradición, aquel monje enfadado con Roma clavó sus 95 tesis en la puerta de la
Iglesia del Palacio de Wittenberg. Las tesis condenaban la vida licenciosa del
clero, la avaricia y el mercadeo vistos en su viaje a Roma y lo que llamaba
paganismo de la Iglesia. No cuestionaba aún la autoridad del Papa pero exigía
un debate público sobre las reglas de la Iglesia que era una declaración de
guerra. Y la hubo. Mucha guerra. Desde entonces hasta que se firmara la paz de
Westfalia en 1648, Europa estuvo incendiada por la guerra de religión que
desencadenaron aquellas ideas de reforma y la reacción de la contrarreforma de
los defensores de la Iglesia católica y el Papado. Para Alemania, Lutero supuso
mucho más que un reformador o un hereje. Su traducción de la Biblia y la épica
de su lucha por el pueblo contra el poder y las creencias extranjeras lo
convirtieron con el tiempo en esencia de la identidad nacional. Aunque algunos
principados y reinos alemanes siguieron leales a Roma, protegidos por la gran
fuerza católica de los Habsburgo en Viena, Lutero es la figura que más se acerca
al héroe nacional alemán.
Los alemanes no han olvidado a Lutero. Pero en las
conmemoraciones unos prefieren recordar unas cosas más que otras. Así llegó la
discordia. El énfasis en el debate público giró hacia la célebre judeofobia de
Lutero. Tanto que sectores de la iglesia protestante se opusieron. Muy en
contra de sus hábitos. La iglesia luterana teme hoy tanto la intolerancia que
nadie hay tan relativista y sumiso al «zeitgeist». El antijudaísmo en Europa
era común en el pueblo y en el clero. Grandes predicadores como Abraham de
Santa Clara fueron furibundos agitadores contra los judíos. El problema de
Lutero es que no es víctima solo de esa ridícula, peligrosa, necia y
totalitaria tendencia a juzgar a personas y hechos del pasado con criterios y
valores de la actualidad. Esa que lleva hoy a tanto fanatizado e ignorante,
agitado por las modas izquierdistas de liquidación de la historia, a derribar
estatuas de Pizarro, Colón, Jefferson o Rhodes.
El problema con Lutero es que su antisemitismo lo convirtió
en el héroe absoluto del nacionalsocialismo. La celebración en 1933 de su 450
cumpleaños, con Hitler recién llegado al poder, sirvió para un inmenso
despliegue de ceremonias y festejos que celebraron a Lutero como primer Hitler
y a Hitler como segundo Lutero. Las banderas portaban la cruz gamada sobre la
cruz cristiana. Eso aún pesa hoy en esa iglesia torturada por la mala
conciencia. Una gran exposición en Berlín sobre la manipulación de la figura de
Lutero bajo el nazismo se celebra en el museo de la «Topografía del Terror»,
donde estuvo el cuartel general de la Gestapo. Tan grotesco se antoja juzgar a
Lutero por la manipulación de que fue objeto como intentar «explicar» el
Holocausto a partir de Lutero. O pretender hacer de Lutero un espíritu tolerante
y políticamente correcto. Hoy se ve en muchas universidades y en la calle en
todo Occidente la misma voluntad que en la Alemania de 1933 de secuestrar el
pasado para fines políticos actuales. Cierto que se toleran voces discordantes
como no se toleraban contra la corrección política del nazismo. De momento.
Pero bajo crecientes amenazas, cada vez menos y nadie sabe hasta cuándo.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home