LA PRESERVACIÓN DEL ENEMIGO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
19.01.18
El separatismo golpista es el principal aliado del
gatopardismo
¿CÓMO es posible que en España, un país desarrollado, los
medios de comunicación no se dediquen desde hace días a otra cosa que a debatir
si un supuesto delincuente fugado, con cargos que pueden suponerle 30 años de
prisión, va a ser o no el próximo presidente del gobierno de una de sus
principales regiones? ¿Cómo es posible que el ministro del Interior explique que
un cuerpo policial regional está todo él implicado en un acto generalizado de
desacato, siendo un cuerpo armado, de rebelión, el pasado 1 de octubre y todos
los miembros sigan armados y en funciones? ¿Cómo es posible que los partidos
separatistas ignoren el mensaje –ya meridianamente claro por las medidas
judiciales– de que la ruptura de España y por tanto la independencia de
Cataluña es imposible de forma pacífica?
Todo ello es posible porque en la política del gobierno de
España hacia los separatistas no ha cambiado nada. Todo lo que realmente ha
cambiado se debe a unos cuantos jueces que han cumplido con su deber. Ante la
sorpresa de los enemigos de España y de muchos que supuestamente están en la
otra trinchera. Muchos sorprendidos por la actitud de los jueces disimulan. Los
que han colaborado con los separatistas durante los últimos cinco años en busca
de unos acuerdos que a ellos convinieran. Han jugado con el dinero y la
seguridad de los españoles, con los medios del monopolio de información y
publicidad y a la postre han jugado con la supervivencia de la nación. Han
hecho peligrar con irresponsables operaciones de ventajismo político y trampas
para pactar las permanencias en el poder, la propia y la de los enemigos de
España. La agenda enloquecida del separatismo precipitado era imposible. La
pararon los jueces. Ahora les urge reconducir todo. La reacción de los
españoles en las calles y en sus balcones les asusta. Un despertar de la nación
que se articulara políticamente sería letal para sus intereses. Una reacción
nacional de las clases medias saqueadas no sería un juvenil 15-M y sí podría
suponer el fin para partidos, redes y santones corruptos hasta ahora
intocables, para las estructuras parasitarias autonómicas y para las aventuras
anticonstitucionales. La mera idea los hace temblar.
En ese contexto nada más lógico que un artículo de Juan Luis
Cebrián. Como el que publicó el 18 de mayo de 2001 titulado «El discurso del
método». Entonces logró enterrar el proyecto constitucionalista de PP y PSOE
que había rozado la victoria en las elecciones vascas. Y encarriló a la
izquierda hacia el pacto con los nacionalismos y con ETA en Cataluña y País
Vasco. Zapatero lo consumó y derivó hacia el separatismo golpista y el
surgimiento del Podemos comunista. Pocos artículos han hecho más daño a España.
Cebrián vuelve con otro igual de tóxico y se supone que también este con apoyos
en el poder. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que impuso la
supervivencia de «El País» y del propio Cebrián a acreedores, a accionistas y
al mercado, podría tener que ver con ello. En su nuevo artículo dice que el
peligro real para España está, agárrense, en el centralismo. Que es necesario
reformar la Constitución de inmediato. Se supone que antes de que la nación
española pueda defenderla. También para dar a todas las autonomías el derecho
de autodeterminación. No se rían, porque va en serio. Cierto que Cebrián no es
ya lo que era. Pero no está solo en su fervor por salvar de la derrota a los
enemigos de España. Porque son los aliados necesarios que les garantizan la
supervivencia del inmenso negociado.
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