MANIFIESTO CONTRA LA MENTIRA OBLIGATORIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
16.03.18
La nueva Ley de Memoria Histórica persigue la verdad con
cárcel
HAN firmado inicialmente doscientos. De muy diverso cargo,
profesión, procedencia y trayectoria. Las primeras dos firmas son de dos
referentes intelectuales y morales, dos hombres longevos y cuajados de
sabiduría, el historiador Stanley Payne y el presidente de la Academia de
Ciencias Morales y Políticas, Juan Velarde Fuertes. Deberían ser pronto dos millones.
O mejor veinte. Por nuestro bien. Porque el peligro que pretende conjurar el
Manifiesto por la Historia y la Libertad que se presentó en Madrid el miércoles
nos afecta a todos los españoles, a los actuales y a los que vendrán. Nos
jugamos nada menos que el derecho a decir la verdad y no ser castigados por
ello. Porque aunque la mayoría de los españoles aún no lo sepan, corremos el
peligro de que pronto tengamos que mentir por ley y obligación y bajo amenaza
de graves represalias. Porque los socialistas españoles, que contarán para ello
con los comunistas españoles de Podemos y todas las fuerzas antiespañolas del
Parlamento, han preparado una reforma de la Ley de Memoria Histórica que no da
solo una vuelta de tuerca a la ya injusta, sectaria y falsaria Ley de 2007,
piedra angular de la política revanchista de Zapatero para dinamitar el pacto
de transición y la reconciliación nacional.
Es mucho más grave que eso. Porque implica al Código Penal
en una ofensiva legal que, de ser aprobada, permitiría falsear por completo la
historia de España del siglo XX. Imponiendo como incuestionable historia
oficial la versión comunista de República, Guerra Civil, Franquismo y
Transición. Bajo la amenaza de encarcelar o inhabilitar a todo aquel que se
resistiera. Dirán algunos que es alarmismo, que algo así jamás se podría
aprobar por ser abiertamente anticonstitucional. Recuerden que la ley de
violencia de género era y es abiertamente anticonstitucional. Porque invierte
la carga de la prueba y porque rompe la igualdad ante la ley de hombres y
mujeres. Pues lleva una década aplicándose con tanta brutalidad y abuso contra
los hombres como falta de eficacia en la protección de las mujeres. Aun así, ya
nadie la cuestiona. Aunque sea un insulto a la inteligencia y a la Justicia.
Nadie ha hecho nada contra ninguna ley ideológica de Zapatero. Hoy ya no está en
manos de quien lo prometió.
La izquierda intentará que este texto, adornado con unas
cuantas enmiendas, sea aprobado. Con mecanismos intactos para intimidar y
reprimir toda crítica a los postulados ideológicos del Frente Popular.
Liquidaría los últimos vestigios de potestad sobre unos hijos condenados al
adoctrinamiento en la mentira. Quien intentara educarlos en la verdad estaría
cometiendo un delito. Cierto que los colegios españoles, incluso en regiones
sin educación abiertamente antiespañola, sirven ya hoy un pienso ideológico
nauseabundo y mendaz. Se han impuesto fábulas, fraudes y mitos porque nadie
tuvo el coraje en cuarenta años de levantar la voz contra la mentira. No fueran
a llamarle franquista o «facha». Pero para poder reconstruir una educación
libre, eficaz y de calidad se necesita una sociedad abierta con libertad para
investigar, debatir, crear y estudiar sin trabas ideológicas. Lo quieren
impedir. La nueva ley condena a los españoles a transmitir mentiras y negar
verdades porque de lo contrario pueden ser encarcelados, expropiados e
inhabilitados. También les podrían requisar y destruir material impreso y en
otros soportes privados y públicos con versiones que contradigan a la oficial.
Permitiría hacer desaparecer bibliotecas y archivos enteros. Quieren cambiar el
pasado por ley. Para secuestrar presente y futuro. Bajo la amenaza de cárcel y
persecución. Todo suena a la ley de Defensa de la República de 1931 y sus
abusos. Pero habrá que callar, claro. De aquella ley no se podrá hablar. Firmen
el manifiesto, todavía se puede evitar.
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