¡QUE VIVAN LOS YAYOS!
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
04.03.18
El problema que tiene la izquierda es que no tiene discurso
político y económico para mejorar en nada la realidad
TIENE gracia ver ahora a todos los líderes de Podemos salir
en apasionado ensalzamiento de los viejos como motor del cambio revolucionario
del siglo XXI. «Nuestra democracia se la debemos a esas mujeres y hombres
mayores que hoy están saliendo a la calle a defender sus derechos sociales y
los nuestros», dice ahora Pablo Iglesias. Hace dos años, en plena frustración
de su asalto al cielo y a La Moncloa, tras aquel terrible batacazo electoral,
tenían otra opinión de los abuelos que no fueran yayoflautas. La Bescansa
explicaba que «si no votaran los mayores de 45 años, Iglesias sería presidente
del Gobierno». Y si no hubiera sierra, desde Chamberí se vería Segovia. ¿Qué
remedio le veía Carolina al detalle de que los viejos también votan? Ella no
aventuró ninguno. Pero sus hordas lo tenían claro. Pretendían arreglar el
inconveniente quitando la sierra. Es decir, eliminando al votante viejo.
Así se llenaron las redes sociales de soluciones que estas
criaturas ignorantes creen imaginativas. Poco originales si se ha leído algo de
lo que hacen los correligionarios de Podemos cuando alguien les molestaba con
su voto. En el libro de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, «Fraude y
violencia en las elecciones del Frente Popular». O en informes de los archivos
soviéticos sobre matanzas tras Octubre 1917. Unos querían quitarles directamente
el derecho a voto a los mayores al considerar absurdo que condicionen los
viejos un futuro que pertenece a los jóvenes. Otros proponían soluciones más
drásticas como corregir el censo mediante métodos evocadores de aquel ídolo
podemita, el doctor Montes.
La extrema izquierda, tan protegida por los gobernantes de
izquierda y derecha, con todas las televisiones en su poder para difundir sus
letanías tóxicas, ha lanzado al mundo camadas de criaturas que solo piensan en
matar a quien les irrite. Sus ídolos son unos raperos, cantantes y políticos
que solo piensan en descerrajar tiros, empalar a enemigos, poner bombas,
celebrar atentados y poner placas a asesinos múltiples, torturadores y
«paseantes» de marqueses hacia la muerte en la Pradera de San Isidro.
El problema que tiene la izquierda es que no tiene discurso
político y económico para mejorar en nada la realidad. Por ello, en pura
lógica, la izquierda no debería existir ya en la política como arte de lo
posible para mejorar el bienestar de los seres humanos. Sin proyecto de
bienestar futuro, sin razón de ser, solo funciona como aparato generador de
agravio. Carece de otro móvil que no sea la baja pasión de la envidia, porque
hace tiempo se declaró enemiga mortal de la justicia y la legalidad. Así las
cosas, la izquierda ha de buscar frentes para la ingeniería social en la
ideología de género, en el animalismo y en la desaparición del pasado que
prueba su criminal fracaso. De ahí sus excursiones al Valle de los Caídos. De
ahí su grotesca huelga feminista del jueves próximo. De ahí su afán de generar
odio por impotencia para la ilusión y la esperanza.
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