KRAUTHAMMER
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Domingo, 24.06.18
Aún hay periodistas que no jalean a las jaurías
EL jueves pasado moría en Washington Charles Krauthammer,
probablemente el columnista más brillante de la derecha norteamericana.
Sabiéndose derrotado por el cáncer, se despidió hace unas semanas de amigos y
lectores, dando las gracias a la vida. Sin un sollozo, con tan solo 68 años y
tras una vida azarosa y fascinante por su calidad y su mérito. Cuando estudiaba
medicina en Harvard, a los 22 años, se tiró a una piscina, se golpeó en el
fondo y una lesión medular lo dejó tetrapléjico. No obstante, terminó medicina
y psiquiatría. Dio clases con proyecciones al techo de su habitación del
hospital. Llegó a Washington ya con su silla para hacerse cargo de unos
proyectos públicos de psiquiatría en la administración de Jimmy Carter. Allí
conoció al Walter Mondale. Y Krauthammer entró en la política para escribirle
discursos al vicepresidente.
Solía explicar él su paso desde un izquierdismo compasivo a
sus sólidas posiciones conservadoras con ese viejo dicho de que si no se está
en la izquierda de joven no se tiene corazón y si se sigue allí de adulto no se
tiene cabeza. Decía que la acumulación de conocimientos y experiencias llevan a
la conclusión empírica de que donde realmente puede conseguirse un incremento
del bienestar, justicia y libertad con mayor eficacia y menor coacción es en la
política conservadora. Para consolidar la libertad individual, iniciativa
privada, propiedad, seguridad jurídica y pensamiento libre, es decir la
sociedad libre occidental en su mejor opción. La derecha democrática puede
fracasar o lograrla, pero la izquierda tiende siempre a destruirla por ser su
enemigo natural.
Con Reagan en la presidencia, Krauthammer se convirtió en un
gran baluarte del discurso de liberalización interna y firmeza exterior que
habría de cambiar el mundo. Entró en el Washington Post y pronto sus columnas
sindicadas se publicaban simultáneamente en 400 periódicos en todo el mundo.
Con su opinión lúcida y certera para defender la revolución conservadora de
Reagan en EE.UU. y Thatcher en el Reino Unido. Mientras el Papa Juan Pablo II
ponía el primer clavo en el féretro del imperio soviético con sus dictaduras
comunistas en Europa oriental.
Krauthammer soportó con perfecta indiferencia el odio de la
izquierda norteamericana y mundial. Ganó un Pulitzer, acuñó el concepto de
«doctrina Reagan» para la defensa de la libertad donde sea oprimida y fue uno
de los valedores del éxito de FOX y auténtica bestia negra para la izquierda
mediática. Todo lo contrario a un periodista dogmático o escritor ideológico,
sus escritos son sinceras propuestas de análisis de la actualidad con
inteligencia, información, lucidez y mirada limpia. Cuando hoy el periodismo
sufre una desoladora degradación hacia la servidumbre ideológica, la agitación
demagógica y el pensamiento débil, algunos recordaremos siempre a Krauthammer
como adalid del periodismo inteligente y libre. «Creo que la búsqueda de la
verdad y las buenas ideas a través del debate honesto y los argumentos
rigurosos es una muy noble empresa». Probablemente, las nuevas generaciones de
periodistas ideológicos y misioneros ni siquiera entiendan esta frase del gran
hombre que se ha ido.
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