SINIESTRA ALIANZA CONTRA EL REY
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 26.06.18
Muchos españoles todavía no son conscientes de la que se nos
viene encima
ESTOS socialistas nunca defraudan. En cuanto llegan al poder
redescubren para el mundo la bondad y reinventan la rueda. Tras quitarle a
Angela Merkel el pedestal de supremo bondadoso oficial europeo con el Aquarius,
Sánchez fue a ver a Macron y en el Elíseo quiso dar solemnidad al nada original
invento de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) en territorio
europeo. Todo inventado. Todo humo. Se acabó el mal y la oscuridad, han
triunfado la luz y el nuevo amanecer, nos dicen los medios que la izquierda
controla siempre como permanente regalo de una derecha necia, codiciosa y
ensimismada.
Igual que cuando ganó Zapatero. Aquel sí ganó unas
elecciones, aunque fuera a base de bombazos, agitación e intoxicación y acoso a
sedes rivales. Aquello de marzo de 2004 fue un golpe redondo. Pero nadie reste
mérito a Pedro Sánchez. Con 84 diputados, sin escaño propio, con un partido
desaparecido, sin una idea ni un titular y medio PSOE en contra, aprovechó el
cinismo y la descomposición del PP y la estulticia de Ciudadanos para colarse
en La Moncloa. Y ahí lo tienen, con su propio máster tuneado, sus mentiras todas
cojas, la chequera del español pagafantas temblando ya por los regalos a
sindicatos y otros servicios domésticos como altos cargos en presidencia. Rajoy
tenía catorce; Sánchez ha contratado a veintidós. Pretende que es lógico que
esté allí. Así surca ya los cielos en el avión oficial, con su fotógrafo de
cámara y sus gafas de sol de galán de telenovela, con un desparpajo propio de
un constructor de Queens que se compra los aviones con su propio dinero.
Lo cierto es que, debido al alivio que suponía el final del
insufrible espectáculo dado por Mariano Rajoy y su tropa en los últimos
tiempos, muchos españoles todavía no son conscientes de la que se nos viene
encima. De que, en 18 meses, Sánchez nos lleva a donde Zapatero no pudo: al
enfrentamiento civil y al caos. Rajoy no combatió la tóxica cizaña sembrada por
Zapatero. Al contrario, la fomentó. Ahora cosechan para destilar los venenos.
Despliegue de odios. Primero lo fácil: el Valle de los Caídos. Tendrán que
asaltar la basílica. No tienen forma legal de hacer lo que ofrecen a sus turbas
televisivas. Y a un «policía franquista» lo linchan a diario, como si fuera el
único que pegaba en comisarías franquistas. Y como si todos hubieran sido
torturados por él. Algunos en fechas en que aún no era policía. Eso sí,
mientras, defienden a todos los asesinos múltiples de ultraizquierda desde el
Frap, Grapo o ETA, a los que la Policía hizo frente antes y después de la
muerte de Franco. Centenares de asesinos etarras viven hoy en libertad y con
dinero público, y secuestradores son analistas televisivos, abogados de
golpistas y dan lecciones de moral en las televisiones del socialismo. El fuego
graneado contra el Valle y el «franquismo» quiere dar el golpe de gracia a la
transición sobre la que basa la legitimidad de la monarquía. Sánchez, con sus
84 escaños, convocó ayer a Urkullu con sus 5 escaños para discutir sobre «el
modelo del Estado» y los presos. Pablo Iglesias fue a ver al racista y golpista
Torra para hablar sobre «el modelo del Estado» y los presos. Y salió hablando
de la corrupción de la monarquía. La siniestra alianza que dio su apoyo a
Sánchez sí tiene un objetivo común: el Monarca. Hablan del Valle y de Billy el
Niño, pero su objetivo es la deslegitimación total de la Transición y van a por
el Rey, el baluarte contra todos sus apetitos de disgregación y liquidación de
la Nación Española.
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