LA DERECHA NECESARIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
08.07.18
Con Pablo puede salir mal, con Soraya no puede salir bien
ESPAÑA no tiene el gran partido de la derecha política sana,
razonable, lógica, sensata y democrática que necesita. De una derecha orgullosa
de serlo y decidida a defender su ideario y su proyecto. Con respeto a sus
adversarios democráticos pero con firmeza en la exigencia de ese respeto de los
demás. Si en su día el PP surgió para serlo, hace tiempo que se frustró la
esperanza de que fuera la fuerza inequívoca de defensa de la propiedad y la
libertad, de la ley y el Estado de Derecho, de la unidad nacional y sus
símbolos e instituciones, el respeto a la tradición y el culto a la historia
común, de la libertad religiosa, del derecho a la vida, los fundamentos
judeocristianos, culturales y de civilización, libertad económica y guerra al
abuso fiscal, fin del despilfarro, racionalización de Estado y territorialidad,
defensa de la libertad de educación, de la lengua española y de los derechos
del individuo y la defensa occidental. De ser la fuerza que proclame, sin
salvedades ni excusas, que la nación, la legalidad, la libertad individual y la
propiedad son pilares de un proyecto defendido con firmeza, entusiasmo y la
convicción de saberlo la mejor senda para una España libre y próspera en
Europa.
En España aún hoy se «proclama» uno de izquierdas, pero se
«confiesa» o «reconoce» de derechas o, peor, de «centro-derecha». El ridículo
complejo del franquismo, que la izquierda tan bien alimentó, ha tenido
paralizados a todos los que tenían talento y posibilidades para luchar por todo
ello. Ha hecho estragos el miedo a perder el carné de ciudadano de pleno
derecho por ser tachado de facha o franquista. Y es que la cobardía es una
plaga nacional. Con esa eficaz mordaza se ha silenciado todo el discurso en
defensa de la libertad como fuente de felicidad y de riqueza imprescindible –en
la educación, en la universidad, en el debate público y en los medios de
comunicación– para que una sociedad abierta y moderna genere la savia necesaria
para renovarse y regenerarse. A los complejos clásicos alimentados con la
cantinela mentirosa del antifranquismo se suma la debilidad conceptual y de
criterio de una derecha blanda, acomodaticia y falta de convicción. Todo ello
se degradó bajo su ahora jubilado presidente hasta la total negación de
promesas y principios, desprecio de los valores y rechazo a quienes los
recordaban por parte de un PP y un gobierno dedicados meramente a su propia
supervivencia en el poder.
Tras el nada honorable capítulo de la moción de censura, la
derecha española tiene la oportunidad de acabar con muchos de sus pecados
originales. Bajo la presión de otros dos partidos que le disputan el espacio de
la derecha nacional, que son Ciudadanos y Vox. El PP tiene una opción de
renovarse con ese profundo cambio de actitud que marca la candidatura de Pablo
Casado. O hundirse con la continuidad de la mayor culpable de los peores
estropicios. El PP puede desaparecer también con Casado. Con Soraya Sáenz de
Santamaría parece garantizado.
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