SÁNCHEZ POR LAS CUMBRES
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
29.06.18
La legitimidad que no tiene en España no se compensa con
amigos imaginarios
VISTA la autoestima que gasta el nuevo inquilino de La
Moncloa, la que con escaso pudor alimentan sus genios del twitter y de la
teletienda, –gafas, manos y poses–, habrá que pensar que Pedro Sánchez cree
realmente que existe un nuevo triunvirato en la Unión Europea que forman Angela
Merkel, Emmanuel Macron y él mismo. Y que su llegada al escenario europeo casi
compensa y hace olvidar a Angela Merkel la eliminación de Alemania del Mundial
de Rusia. Pues no. Si no fuera tan serio, tendría hasta gracia Sánchez cuando
pretende, en sus relatos sobre sus «acuerdos en la cima», que él, recién
llegado, ya ha convencido a los poderosos Merkel y Macron para que, como
amigos, paguen a España por ser el puerto de entrada de las siguientes oleadas
de inmigrantes. Nos vamos a enterar. Lo único garantizado son los inmigrantes,
que no refugiados por mucho que traficantes y ONG intoxiquen con el coro
mediático de la infinita generosidad gratuita.
En semanas, Sánchez ha dejado claro que, pese a haber
perdido todas las elecciones, pese a sus 84 diputados y pese a haber llegado al
gobierno gracias a todos los peores enemigos de la democracia y de España, se
considera con poder y legitimidad para cualquier cosa. Porque legislar no podrá
legislar, pero actuar sí. «Ya he demostrado mi capacidad operativa» decía en
una de esas entrevistas masaje, única forma de dirigirse a una sociedad que,
siempre que ha podido, le ha demostrado a él un masivo y rotundo rechazo.
Espera ganarse el favor de Merkel y Macron para improvisar en una supuesta
legitimación exterior que compense la falta de legitimidad que tiene para
decisiones quizás irreversibles y devastadoras para el futuro de España y la
convivencia entre españoles.
Pero Sánchez debería ser consciente de que su poder fuera es
escaso. Hasta para consolar a una Merkel inconsolable. La eliminación de la
selección alemana de fútbol es un drama nacional. Y personal para la canciller,
muy futbolera ella. Que a Alemania le paren los pies en Rusia da siempre para
un chiste. Pero hay mucho más que eso tras los terroríficos titulares y el
abatimiento tras la catástrofe del miércoles ante Corea del Sur. No fueron
pocos los que escribieron y hablaron de «Der Untergang» (El hundimiento),
evocando el célebre libro de Joachim Fest sobre los últimos días de Adolfo
Hitler en el búnker de Berlín.
Porque el concepto del «Untergang» tiene hoy mucho uso
hablando de Merkel, esa nueva amiga imaginaria de Sánchez. En Bruselas se
escenifica hoy su hundimiento como poder incontestado. Quienes ganan la partida
son los adversarios de Merkel en toda Europa. Ella tiene un apoyo líquido de
Macron que ha tenido que pagar con promesas de carísimas contraprestaciones. Ya
se verá si Merkel puede cumplir. Porque su gobierno pende de un hilo y ya no
saldrá de la precariedad hasta que sucumba. Se hunde su poder europeo y se
hunde la capacidad operativa y las expectativas de su gobierno en Berlín. Las
decisiones que se tomen en Bruselas van todas en contra de las posiciones
pasadas de Merkel y ella habrá de ceder, porque sabe que si se entierra
Schengen el golpe a la UE puede ser mortal. Sánchez, el ilusionista, tiene hoy
ya a su servicio todo el aparato mediático existente en España –salvo contadas
y honrosas excepciones–. Y nos puede vender de todo. Lo más peligroso es que
pretende convertir un espurio salto al poder interino en un irreversible
proceso de transformación, cuando no liquidación, del régimen constitucional y
del modelo de Estado. Para ello aquí se inventa un mandato. Y en Europa, amigos
imaginarios.
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