LA TURBAMULTA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
15.07.18
Algunos pretenden secuestrar a España hacia el pasado
HAY que ver el ruido que hace tantísimo antifranquista.
Ahora, 43 años después de morir el dictador. De haberse topado el franquismo y
Franco con una décima parte de los osados e incansables antifranquistas de
ahora, habría durado aquello bien poco. Seguro que estos antifranquistas del
siglo XXI lo habrían derrocado, linchado y colgado de los pies en una
gasolinera, para que bailaran en torno al cadáver con milicianas muy
democráticas y de dentadura perfecta, como de cine español. La pena es que ni
todas las trampas de que sean capaces Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y sus
socios golpistas van a poder cambiar el hecho de que muriera en la cama en una
España muy distinta y mucho mejor que la que encontró. Sin que nada le
importunase seriamente ni a él ni a su régimen más allá de su vejez, enfermedad
y muerte.
El problema hoy no está en una historia inamovible que solo
se podría erradicar de la memoria de los españoles con un siniestro tratamiento
colectivo de persecución y terror como algunos parecen estar organizando.
Semejante aniquilación de la verdad en la memoria real de un pueblo solo es
posible con una dictadura mucho más dura que aquella. El problema está en que
hay una minoría que quiere secuestrar a los españoles hacia el pasado. Problema
agravado por el hecho de que esa minoría gobierna. Hay un claro desequilibrio.
Nadie en España quiere volver al franquismo. Nadie tiene como modelo y ejemplo
de futuro la dictadura de un general. Pero no pocos sí tienen como ejemplo al
Frente Popular y defienden a aquellas fuerzas de radical vocación totalitaria.
Y solo en la izquierda hay fuerzas con obediencia exterior y totalitaria.
El viernes pasado –82º aniversario de la muerte del jefe de
la oposición conservadora, José Calvo Sotelo, a manos de policías socialistas–
corrió por las redes la cita de un discurso suyo, pronunciado un mes antes de
que se cumpliera la amenaza de La Pasionaria. Decía Calvo Sotelo que «España
padece el fetichismo de la turbamulta» Y explicaba: «¿Qué es la turbamulta? La
minoría vestida de mayoría». Esa lograda explicación para aquella trágica
situación, hecha por el hombre cuyo asesinato iba a ser el chorro de sangre que
llenara el cubo y desencadenara un levantamiento militar contra el Frente
Popular y después la guerra civil, es perfectamente actual.
Hoy tenemos a la turbamulta en el poder, a una minoría
vestida de mayoría. Que no deja votar. Que aprovecha el tiempo que queda para
imponer una tupida red de hechos consumados, en parte irreversibles, que
modifiquen radicalmente la realidad para maniobrar con ventaja cuando las urnas
sean inaplazables. Como la mayoría no se organice y salga pronto a la calle
para forzar esas elecciones, permitirá a la turbamulta crear las condiciones
para retener el poder logrado de tan siniestra y grotesca forma. Y entonces sí
que habrá emprendido España, contra la voluntad de la mayoría, un terrible
viaje al pasado.
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