EL SANTO ULTRAJADO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 07.08.18
Se escandalizan por una pintada quienes defienden la quema
de miles de iglesias
UNA estatua románica del siglo XII en la fachada de las
Platerías de la catedral de Santiago ha aparecido pintarrajeada con alusiones
al grupo de rock KISS en pintura azul. Estupor general. ¡Qué barbaridad! Algún
diario lo lleva a la portada como para mostrar de lo que es capaz un ser
insensible con el arte. Y hasta los comunistas parecen ofendidos. Lo inaudito
es que no haya miles de casos diarios. El animal que ha hecho la maldita gracia
solo ha demostrado lo fácil que es hacerlo y por tanto ha dejado en evidencia
la sorprendente cantidad de días que pasan sin que una salvajada de este tipo
salte a las páginas de los periódicos. Claro que hay bárbaras agresiones todos
y cada uno de los días contra el infinito patrimonio histórico artístico
español. Desde atentados arquitectónicos y urbanísticos de escándalo,
restauraciones de juzgado de guardia o escolares que graban sus nombres en
frescos medievales. En las hoces del Alto Tajo en Cuenca, en los bellísimos y
escarpados montes de pinares de Carrascosa de la Sierra, hay refugios en la
roca en los que las piedras muestran grabados signos, nombres y figuras de hace
milenios, de hace siglos y de hace lustros. Soldados de dos mil años, iberos y
romanos, medievales y franceses, carlistas, maquis o guardia civil, han
vigilado desde las mismas cuevas con balconadas naturales en las alturas sobre
los ríos y caminos. Allí no se antoja falta de respeto ni ultraje que se
pintarrajearan unos a otros, en actos auténticos de la vida real y dura del
soldado en tierra propia o extranjera.
La pintada de Santiago, sin embargo, es tan propia de
nuestros tiempos que la indignación que genera es una grotesca hipocresía más
de nuestra guardia moralizadora, los medios «progresistas». Ese es su nuevo
papel del periodismo ahora que informar ya no es necesario. Ahora los medios
comunican lo que hay que sentir para ser bueno: aprecio por Macron, desprecio
por Trump, felicidad por la llegada de los refugiados, indignación porque los
obispos no promuevan el aborto, odio a Merkel por pedir austeridad, amor a
Merkel por llenar el país de musulmanes. Y por supuesto, mucha indignación por
el máster de Pablo Casado y absoluta indiferencia ante la falsificación del
curriculum de Pedro Sánchez y las tenebrosas sombras sobre su tesis doctoral.
La doble vara requiere de un tutor que explique cuando una misma cosa o hecho
es bueno y cuando es malo. Siempre en función de a quién favorezca.
Ahora quieren que se indigne la población por la pintada a
una estatua de un santo en la catedral de Santiago. Los mismos medios que
proclaman como héroes de España, a los chequistas fusilados como asesinos de
inocentes por las tropas de Franco y a todos los que destruyeron más de 20.000
edificios religiosos, profanaron tumbas, saquearon catedrales y quemaron miles
de retablos. Aquellos que además asesinaron a 7.000 religiosos, 4.000 seglares
y mil seminaristas. Las fuerzas de la democracia y la libertad, según el actual
gobierno. Toda la subcultura que se inocula a los jóvenes se basa en la
apología de la transgresión y la abolición del respeto como reflejo de la
disciplina autoritaria. Y en el permanente y obsesivo odio a la iglesia
católica, desprecio al hecho religioso y agresividad contra sus mensajes y sus
símbolos. Y ahora se escandalizan por cuatro borrones de pintura de un imbécil
a una estatua románica. Cuando en las mismas páginas abogan por derribar la
cruz del Valle de los Caídos. E idealizan, homenajean y honran a las fuerzas
que organizaron la colosal destrucción de patrimonio histórico entre 1931 y
1939, aparte del mayor pogromo anticristiano de la historia de la Iglesia con sus
12.000 víctimas. Esto ya no es hipocresía. Es sencillamente otro insulto a la
inteligencia. Uno más.
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