AMNISTÍA SELECTIVA
Por HERMANN TERTSCH
ABC
Domingo, 09.09.18
Jamás he entendido ni aceptado la mínima broma con las
víctimas reales de ninguna tragedia o dictadura
PARECERÍA que en la España de hoy son muchos millones que
pueden mirar hacia atrás a la heroica juventud de militancia antifranquista
propia o de sus padres. Es inmenso el enigma histórico de cómo sería capaz
aquel general pequeñito, que dicen que era mal militar, tonto, inculto, torpe y
poco viril, de capear tan cómodamente durante cuarenta años a todos esos
antifranquistas de cuya existencia nos enteramos después de ganar Felipe las
elecciones. Salieron de la profunda clandestinidad cuando comenzó a circular
dinero para la farándula de la «cultura antifranquista», el mayor negocio jamás
inventado en España. Un milagro español: millones en permanente insurgencia y
Franco moría plácidamente en la cama.
Como no soy comunista no hago chistes de «judíos en
ceniceros» ni de «fascistas empalados» o «periodistas nazis castrados». Jamás
he entendido ni aceptado la mínima broma con las víctimas reales de ninguna
tragedia o dictadura. Las de esta fueron muchas, demasiadas. Los fusilados
inocentes, los perseguidos, los miles de presos y hombres buenos que murieron
en la cárcel y los torturados. En la dictadura de Franco hubo represaliados
inocentes y muchos perseguidos de forma injusta. A veces con una crueldad y
saña solo explicable por la terrible carnicería que fue la Guerra Civil y el
inmenso fracaso colectivo que llevó a ella.
Pero sí habría que tomarse como mala broma la infame
hipocresía e infinita desvergüenza que desplieguen comunistas y exterroristas
hoy en la España del revanchismo. El viernes heroicos antifranquistas acosaron
a un policía jubilado, Antonio González Pacheco, conocido como «Billy el niño»,
al que acusan de ser el mayor torturador del planeta. Y al parecer el único.
Todos los antifranquistas pretenden haber sido torturados por el mismo. Dicen
que le quiten las medallas a este policía. Medallas que ganó no por torturar a
nadie, sino por combatir a ETA, al Grapo y, sí, también al FRAP. Y por liberar
a Oriol y Villaescusa y salvar vidas. Era el policía de una dictadura, sí. No
sé si torturó y si lo hizo, lo condeno. Pero sí salvó vidas y si cometió el
delito, no es mayor que el de asesinato de tantos hoy honrados en los medios y
el mundo oficial. Hubo una amnistía para todos. Pues dirigía el escrache Pablo
Mayoral, miembro del comando que mató a un policía de 23 años en calle Alenza
de Madrid en 1975. Fue detenido, condenado a 30 años y amnistiado un año
después. Invitado de honor en todas las televisiones es el abogado Gonzalo
Boye, un chileno condenado a 14 años por su participación en el secuestro de
Emiliano Revilla. Tener a un hombre 247 días en un agujero para robarle dinero
debe de ser tortura. Luego estos no van contra la tortura. Quieren que la
amnistía no valga para Billy el Niño, pero sí para Mayoral, al que quedarían 29
años por cumplir. El primero salvó vidas, el segundo ayudó a quitarlas. Por eso
nadie defiende al primero y el segundo es ovacionado en los medios y por la
izquierda.
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