LA PROFANACIÓN DE NUESTRAS VIDAS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes,
28.08.18
Los huesos de Franco son la excusa para obligarnos a mentir
ya siempre
DICE Ciudadanos que ellos están de acuerdo con Pedro Sánchez
en liquidar «el mausoleo del dictador». Y el Partido Popular, para no ser
menos, proclama que tratará «con total indiferencia» la retirada de los restos
del dictador. Los dos partidos de la llamada oposición al Frente Popular que
gobierna bajo Sánchez anuncian por tanto, uno por disgusto con las formas, otro
por indiferencia hacia la suerte del dictador, que se abstendrán en el Congreso
en la votación del siniestro decreto ley para la profanación de una tumba. Los
dos temen que votar en contra de esta obscena farsa política los convierta ante
la opinión pública en algo parecido a defensores de Franco. Sin duda lo que
quieren Sánchez y sus aliados comunistas, separatistas, golpistas y demás.
Tiene razón el PP en que a los españoles los huesos de Franco les importan
poco. Pero cuidado, porque tras los huesos de Franco hay cosas que a los
españoles importan mucho. Y esas serán destruidas por la voladura con el
detonante de esa profanación gratuita, innecesaria y despreciable. Terrible es
que los dos partidos de la oposición estén tan sometidos al discurso del Frente
Popular. Tienen tanto miedo a acusaciones torticeras de Sánchez –que les
lloverán en todo caso–, que no se atreven a dar la batalla por la verdad
histórica y defender la Transición y su piedra angular, la reconciliación
nacional, que en su profunda virtud y generosidad bidireccional asumía que no
fueron más criminales los Santiago Carrillo, la Pasionaria o Largo Caballero ni
Azaña que los Franco, Queipo de Llano, Fernández Cuesta, Girón de Velasco,
Muñoz Grandes y demás. Las partes se encontraron como contendientes,
combatientes de dos bandos que cuarenta años después firmaban la paz para vivir
juntos, para romper aquellos dos bandos y nunca más saldar cuentas.
Por falta de cultura, de información o de coraje, Cs y PP
defienden ya la misma falsedad histórica que el historiador británico Anthony
Beevor llama la perversión sin igual en España: ese patético pero dominante
cuento del «érase una vez una democracia muy simpática y bonita que asaltó un
general violador». Por eso la abstención en el Congreso es algo peor que un
fallo de cálculo inducido por el miedo a ser llamado facha, esa eficaz mordaza
institucionalizada por la izquierda. Es un terrible error de inmensas
consecuencias. Porque no estamos ante una operación contra Franco, sino contra la
Transición y la Monarquía. Tras romper el dique con los huesos de Franco, caerá
la Cruz. Y crearán allí un gran parque temático soviético. Y no dejarán de
desenterrar a españoles. Y habrán profanado todas nuestras vidas porque
habremos de vivir negándolas desde la mentira para evitar la represalia. Con
los mismos argumentos liquidarán la amnistía del 1977, no para los terroristas
que salieron para seguir matando, para criminalizar todo lo que resista al
rodillo frentepopulista. Con la aceptación de que la transición erró y Franco
era el dictador despreciable y la República la guapa y bonita, Cs y PP quedan
para siempre chantajeados. Con los argumentos utilizados siempre en su contra,
serán esclavizados. Se embarcan así con el Frente Popular en una siniestra
complicidad que los llevará por el lago de los horrores de la destrucción de la
paz y la convivencia en España. Cuando salten de la barca, si se atreven algún
día, se verá si tienen salvación y fuerzas para hacer frente a la tiranía de la
mentira que ahora favorecen con su voto. O si son ya caricaturas ridículas de
oposición comparsa como esos partidos en Venezuela que llevan tres lustros en
la barca de la dictadura navegando por el infierno sin atreverse a decir no.
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