The Unending Gift

viernes, noviembre 22, 2013

DE BLANQUERNA A LA COMPLUTENSE

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 22.11.13

La infame doble vara de medir, el miserable y constante agravio comparativo en España, ya no es noticia

RECORDARÁN todos aquel terrible acontecimiento del asalto a la librería Blanquerna de la Generalitat catalana que se produjo además en plena Diada de este año, 11 de septiembre. Se había congregado en sus salas un grupo para celebrar el día con un acto en favor del separatismo que ya es doctrina oficial del Gobierno autónomo de Cataluña. Pues las decenas de personas allí presentes fueron víctimas de un violento asalto por parte de un grupo de extrema derecha. Unos quince energúmenos entraron en el local rompiendo una puerta y tiraron al suelo unas estanterías y unas banderas. Después de proferir gritos e improperios y zarandear a algunos asistentes que protestaban, se escaparon. Todos unidos, los partidos y la sociedad civil madrileña condenaron con indignación sincera, énfasis y solemnidad los hechos. El Estado de Derecho funcionó. Horas después habían sido detenidos varios agresores en la calle. Aquella misma noche, otros fueron arrestados en sus domicilios. Los grupos parlamentarios del vecino Congreso condenaron de inmediato el asalto. Como Dios manda, la decencia dicta y la urbanidad dispone. Al anochecer había mostrado su indignación hasta el presidente del Congreso, Jesús Posada, cuya sangre no se altera ni cuando pisotean el reglamento de la casa y humillan esa santa casa todos los enemigos que tiene dentro. Hasta una comisión de investigación querían algunos grupos separatistas e izquierdistas. Porque, según dijeron, aquello anunciaba sin duda el principio de una ofensiva fascista en la capital, cuando no el renacimiento de los más negros capítulos del franquismo. Los telediarios y noticieros de televisiones y radios abrieron con aquella terrorífica noticia. En Cataluña había consternación ante lo que parecía el principio de un pogromo contra los catalanes. Algunos decían ya que no se podría volver a pisar Madrid. Los periodistas catalanes relataban anécdotas sobre amenazas y peligros varios por este territorio castizo pero comanche.


Recordaba todo esto el miércoles no sin sorna cuando supe que no quince vándalos ultras como en Blanquerna, sino 150, habían asaltado la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense en Madrid. Una masa de ultras, pero esta vez de izquierdas, entró en el edificio a la caza del esquirol y el facha e insultando a todos los que se habían atrevido a acudir a estudiar en jornada por ellos decretada de huelga general. Como toda la izquierda, empezando por el PSOE, llevan meses diciendo que contra el ministro Wert y su ley vale todo, estos jovencitos ideologizados en los años del zapaterismo se lo tomaron a pecho. Son las camadas rojipardas que han mamado odio de revancha en las televisiones. Hubo cinco heridos que pudieron ser más. Muchos huyeron aterrorizados ante los golpes con extintores y cascos de moto. No hay detenciones. Cuando actúa la ultraizquierda no suele haberlas en España. Cuando hay alguna por despiste o agresión directa a un policía, siempre hay un juez que libera sin cargos. Por la noche TVE dio muy breve y perdida la noticia. Dando a entender que la asociación estudiantil Francisco de Vitoria, cuyo despacho fue arrasado, es muy de derechas. Ya se sabe. Y las condenas, con cuentagotas. El rector de la Complutense, Carrillo, ya ha reafirmado a la mayor universidad de España como un santuario de una extrema izquierda filoterrorista. Él está cómodo. La ultraizquierda violenta también. Los agredidos, no. Han pedido que se retiren sus imágenes de las redes. Porque las víctimas tienen miedo. Y eso sí es un dato. La infame doble vara de medir, el miserable y constante agravio comparativo en España, ya no es noticia. Aunque no deje de producir náusea. Pero que las víctimas se escondan vuelve a serlo.



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