PODRÍA VOLVER MUERTO
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 12.11.13
Los socialistas españoles nos dicen muy serios en el 2013
que reivindican todos los lemas que llevan polvo, caspa y sangre seca
«EL PSOE ha vuelto, el PSOE ha vuelto», la buena nueva que,
con entusiasmo impostado como todo lo suyo, propagaba al mundo el domingo
Alfredo Pérez Rubalcaba, sonaba a «el PSOE ha muerto». Que no. Que no. Por
supuesto que no ha muerto este partido que reunió en el IFEMA a dos
expresidentes y a muchísima gente que ha vivido de la política, que en parte lo
sigue haciendo y que pretende seguir en ello. Muerto aun no, pero agonizar sí
que agoniza ya un poco. Ha habido otros partidos socialistas que se fueron por
el sumidero como el Partido Socialista Italiano (PSI). Si dentro de unos meses
el espacio de la izquierda tiene a tres partidos aproximadamente iguales en
expectativa de voto, PSOE, IU y UPyD, que se disputan el pastel que
tradicionalmente se zampaba solito el PSOE, puede que por fin haya dirigentes
que se planteen despojarse de las siglas. Al aceptar que es más fácil crear una
nueva opción de izquierda moderna, signifique lo que signifique eso, que cargar
con un lastre paralizante de iconografía y mensaje. Si las nuevas generaciones
de socialistas, que han crecido intoxicadas por el revanchismo y la
idealización de la II República y el Frente Popular, fueran un poquito más
cultas, sabrían que la modernización no pasa por robarle la cartera de dogmas a
la momia del marxismo-leninismo que en el sur de Europa sigue vivo de forma tan
inaudita. Sino por competir en el campo de soluciones con una derecha liberal
en nuestro país casi inexistente, pero ante todo con esa derecha
socialcristiana o vergonzante y cobardunamente socialdemócrata que gobierna.
Cuando el SPD se tomó en serio lo de querer gobernar en Alemania se fue a Bad
Godesberg, ya en 1959, y concluyó: «Primero, los valores fundamentales del
socialismo democrático son Libertad, Justicia y solidaridad». Tomen nota,
justicia, no igualdad, con ese igualitarismo castrante que en España forma
combinación letal con resentimiento y envidia. Segundo: «El socialismo
democrático tiene tres raíces de pensamiento: la ética cristiana, el humanismo
y la filosofía clásica». Tomen nota, nada de marxismo que exige un final de la
historia y verdades absolutas y luchas de clase y frentes populares y opción
proletaria. Que es lo que se ve reivindicar ahora a los jóvenes socialistas en
España. Había que dejar claro que se pertenece a otra galaxia que los
comunistas que quieren acabar con el capitalismo y crear una sociedad sin
clases en una utopía que ya por entonces se había cobrado sus muchas decenas de
millones de muertos.
Los socialistas españoles sin embargo se lanzan a la alianza
con los totalitarios, en esa alianza socialcomunista que va bien, en palabras
de la nueva estrella andaluza Susana Díaz. En vez de liberarse de la patológica
dependencia de un pasado cada vez más lejano y profundamente siniestro, los
socialistas españoles nos dicen muy serios en el 2013 que reivindican todos los
lemas y soluciones que llevan polvo, caspa y sangre seca. El estrepitoso
fracaso de Felipe González al intentar un Bad Godesberg en Suresnes y después
en Madrid quedó claro con la llegada a la dirección del Atila de León con su
insensata osadía, su revanchismo y miserable adanismo. De donde éste lo dejó el
PSOE no ha vuelto. El daño para España ha sido inmenso. Pero es mucha España.
Para el PSOE, sin embargo, visto ahora lo visto, parece que puede acabar siendo
letal. No ha vuelto, pero va para muerto. Muchos lo considerarían de justicia,
no sólo poética. Y las opciones que surjan como herederas pueden ser más libres
y francas. Desde luego no tienen por qué ser peores que el muerto.
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