The Unending Gift

viernes, noviembre 29, 2013

FANTASMAS PARALELOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 29.11.13


Las listas negras de periodistas han existido siempre, pero publicar la propia no nos evoca al austriaco sino a Queipo de Llano

ES una lamentable paradoja que la Generalidad de Cataluña, cuyo único objeto de gobierno, meta política y razón existencial es la identidad, se halle en una profunda crisis de la misma. Tan grave como para gastarse fortunas, en época de crisis y con Cataluña hecha unos zorros, para determinar lo que se es y lo que no se es. Ahora se han obsesionado con que tienen que demostrar al mundo que no son nacionalsocialistas, ya me entienden, nazis.

La manía les ha debido llegar a los políticos nacionalistas catalanes por su dedicación a la historia de la mano de Jordi Bilbeny, ese que dice que Cervantes, Colón y probablemente Zaratustra y Gandhi fueron catalanes. Ven ahora una película antigua de las marchas con antorchas de los nazis bajo la Puerta de Brandemburgo y ven similitud con las animadas marchas de antorchas de ERC. Ven su propio rigor patriótico en desterrar signos de decadencia española como los toros o fotos de los toros o carteles escritos en español y eso les evoca las operaciones de limpieza del arte degenerado, «el arte judío u hostil a ideales germánicos», que se hicieron en los museos alemanes en los años treinta. Ven el golpe de Estado contra la República de Lluis Companys en 1934 y no les resulta muy distinto al que montaron en Múnich en 1923 un grupo de veteranos de la Gran Guerra. Que iban encabezados por un bohemio austriaco con aspecto de bufón que acabó con sus huesos en la cárcel. Y si a Companys la República no lo fusiló, en acto de piedad, sino condenó a 30 años, la melindrosa República de Weimar también condenó al austriaco a pena de cárcel. En vez de ponerlo ante un pelotón de fusilamiento, que era la costumbre en aquellas épocas en todas las sociedades modernas. Para ejecuciones más deshonrosas se elegía la horca. Imagínense que Weimar hubiera puesto contra la pared al austriaco. La suerte habría cambiado mucho para el continente y el mundo. Y nadie puede suponer que para mal.

Pero dejémonos de ucronías y volvamos a las angustias de nuestros líderes nacionalistas para combatir la idea de que son nacionalsocialistas. Una idea que nadie ha defendido y nadie tiene. Porque a pesar de todas esas curiosidades estéticas paralelas, nadie ha dicho que Artur Mas sea nazi ni nada parecido. Aunque sí se le esté poniendo cara de aquel gran campeón del fracaso que fue Von Papen. Ni que alguno de ERC sea como el austriaco. Lo que se les está diciendo desde fuera, porque dentro ya pocos pueden hacerlo sin pagar un alto precio, es que la deriva política emprendida, aunque no sea la intención de muchos ni de la mayoría, agudizará esas obsesiones de la Generalidad. Porque aunque los demás calláramos —lo que no vamos a hacer—, sus políticos verán cada día más paralelismos fantasmas con fotos sepias y películas mudas. En esa deriva, la Generalidad nos ha querido dar la razón a quienes nos preocupamos por ellos. Y han demostrado que en su deterioro están muy avanzados. Las listas negras de periodistas han existido siempre. Pero publicar la propia en conferencia de prensa como ese pobre y surrealista Francesc Homs, amenazando a los incluidos con la cárcel, no nos evoca al austriaco —que a los periodistas les daba matarile sin alharacas—, sino al general Queipo de Llano cuando cayó en sus manos Artur Koestler. Presumió de la pieza capturada en la caída de Málaga y le condenó a muerte por hablar mal de Franco y de él. Aunque al final no lo ejecutó. Eso sí, Queipo confirmó cómo era Queipo. Y Koestler triunfó en todo el mundo con su Testamento español.

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