EL TALENTO POLÍTICO
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 25.10.13
La falta de inteligencia emocional del presidente del
Gobierno en esta crisis Parot no pudo ni supo compensarla nadie
HAY instantes de los que uno puede arrepentirse durante
mucho tiempo. Hay instantes de los que un político puede tener que arrepentirse
siempre. Cuando el martes pasado el presidente Mariano Rajoy fue interpelado
por los periodistas para que dirigiera unas palabras a las víctimas, respondió
con un inolvidable «llueve mucho». Nada más. Dos palabras, duras, inoportunas y
frívolas a un tiempo, eran un jarro de agua fría, más que un chaparrón, para
unos españoles conmocionados por los acontecimientos. Por unos hechos que, se
piense como se piense sobre su trasfondo jurídico, han supuesto una victoria
para ETA, una humillación para el Estado de Derecho, una vergüenza nacional y
un zarpazo de dolor insoportable para las víctimas del terrorismo.
Resulta dramática la falta de presencia de ánimo de Rajoy.
En un momento en el que todos los españoles sentían ganas de dar a las víctimas
un consuelo, el presidente se lo negaba con desaire ante los micrófonos.
Momento estelar del espectáculo de falta de empatía de la política hacia las
víctimas del terrorismo. Tras un golpe con su insufrible trasfondo de traición,
la clamorosa injusticia, las imágenes de la etarra sonriente y los comentarios
triunfales de los asesinos y sus cómplices. La falta de inteligencia emocional
del presidente del Gobierno en esta crisis Parot no pudo ni supo compensarla
nadie. La vicepresidenta desapareció. Revelando como otros una vez más el hecho
de que las oposiciones brillantes, la laboriosidad incansable, la capacidad
organizativa y el cálculo manipulador pueden ser necesarios, pero no bastan por
sí mismos para suplir la política con mayúsculas, que surge del talento que
combina empatía, instinto, conocimiento y reflexión. También grandeza y
amplitud de miras. Y sentido de la historia.
Por lo demás, quizá sea mejor no hablar de la comparecencia
más patética a la que asistimos en mucho tiempo y miren que las hay, que fue la
ofrecida el lunes por los ministros de Justicia e Interior. Es difícil
recuperarse de un papelón como el que jugaron Alberto Ruiz-Gallardón y Jorge
Fernández Díaz. La impotencia, falta de ideas, reflejos y percepción de la
realidad que se había ido gestando en España desde las 11.30 en que se conoció
el falló del Tribunal Europeo quedó grabada con la imagen de estos dos en retina
y memoria. Este cuadro podría ser un accidente si creyéramos en que este
presidente y este Gobierno van a ser capaces de reaccionar en el ecuador de la
legislatura y llenar de contenido político estos dos años. Para recuperar una
iniciativa que han perdido ante los acontecimientos. Por falta de política, por
falta de coraje, por falta de discurso. Por falta de liderazgo. Ni siquiera la
han perdido ante una oposición que es el principal argumento para que sobreviva
el PP gobernante. Porque enfrente, en esa fotografía frente al Congreso de los
Diputados, con los rostros de todo el Frente Popular anti-PP desde Rubalcaba al
deportista filoetarra de Amaiur, está plasmado como amenaza el futuro de
España, si este Gobierno y este partido no se paran a una seria reflexión y se
ponen a la altura de las circunstancias.
El penta o hexapartito con el que los socialistas quieren,
como anuncian, liquidar todas las leyes del PP de esta legislatura sería el
retorno del zapaterismo con toda su siniestra determinación para acabar de
hundir definitivamente a España como realidad y como idea. Si el PP, con todo
el poder que los españoles le otorgaron, fracasa tan estrepitosamente que deja
España en manos de la siniestra alianza, no sabremos quién se hizo más
culpable, quién tiene la mayor culpa en nuestra tragedia histórica.
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