LEVE ESPERANZA FRENTE AL TERROR
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 05.04.14
Estas elecciones podrían operar el primer traspaso pacífico
del poder en la milenaria Afganistán
Oportunidad Hay
indicios de cansancio de la violencia y de disposición a hacerle frente en las
urnas
En Afganistán se van
a celebrar unas elecciones presidenciales que, por supuesto, serán
fraudulentas. Y sin embargo puede que sean un éxito. Porque si la participación
resulta ser tan alta como muchos auguran, el inevitable fraude será menos
relevante para el resultado. Y no impediría que se convirtieran en un gran paso
hacia la estabilización. Serán las primeras elecciones en la milenaria historia
de Afganistán en las que se puede producir una transferencia de poder político
de forma pacífica. Que todo puede ir rematadamente mal es algo que todos los
implicados saben. Tras más de diez años de guerra, bajas e inmensas cantidades
de dinero invertidos allí por EE.UU. y sus aliados, el resultado es magro. No
nulo. Lo sería, catastróficamente, si estallara de nuevo el conflicto por
acusaciones de fraude, desunión o no aceptación de los resultados y violencia
masiva y refuerzo de la agresión talibán. Toda la región podría entrar en
ebullición. Con extremistas de decenas de países musulmanes con voluntad de
extender el conflicto hacia la India y el Golfo. Con Siria incendiada e
incendiando a sus vecinos se podría crear una larguísima franja de
desestabilización y violencia de gravísimas consecuencias.
Pero nadie debe
excluir la posibilidad de que, aunque se trate de Afganistán, las cosas vayan
bien. Y hay muchos indicios no solo del cansancio de violencia de la población,
sino de su disposición a hacerle frente con una gran afluencia a las urnas. De
lograrse este traspaso pacífico de poder, los talibán que hacen todo lo posible
por impedirlo, sufrirían un serio revés. Y con los talibán en Afganistán,
también lo sufrirían las fuerzas extremistas en Paquistán que apuestan por
hacer descarrilar el proceso en el país vecino como paso necesario para
dinamitar el régimen en el propio. Las elecciones tienen, por ello, un inmenso
valor para todos los países de la región. Los ejércitos extranjeros ya han
partido de Afganistán en gran parte. El resto lo abandonará a lo largo de este
año. Aún no está claro que EE.UU. vaya a dejar algún tipo de fuerza de apoyo.
Si la seguridad no colapsa por alguna catástrofe, Obama seguirá su plan de
desaparecer lo antes posible. Y se notará menos el papel probablemente más
confundido y debilitante que jamás ha jugado EE.UU. en la región. Todos los
observadores han quedado sorprendidos por la participación en la campaña
electoral. Pese a los atentados, las amenazas y las muertes.
Hay ocho candidatos a
suceder al presidente Karzai. Asharaf Ghani, el hombre de Karzai, Abdullah
Abdullah, exministro de Exteriores que fue derrotado, fraudulentamente por Karzai
en 2009 y Zahany Rassoul tienen posibilidad de pasar a las segunda ronda. Lo
importante ahora es que el resultado sea aceptado por todos los participantes.
El mero traspaso de poderes sin tragedia será un paso de gigantes.
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