The Unending Gift

viernes, marzo 28, 2014

JUGANDO CON FUEGO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 28.03.14


Son tres columnas de la izquierda española que trabajan juntas y coordinadas en la división de trabajo para derribar al Gobierno

«HAY una escalada de violencia para desestabilizar el Estado democrático, el Estado de Derecho». El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, que es un hombre mesurado, tan solo ha expresado una obviedad. Pena que no se dieran cuenta antes. Suele pasarle a este Gobierno, que deja madurar las cosas hasta que para muchos están podridas. Unos dirán que eso es tranquilidad de espíritu, buena conciencia y manejo de los tiempos. Otros, que indecisión, indolencia o incompetencia. Lo cierto es que hay varios conflictos simultáneos que el Gobierno parece querer ignorar hasta que le estallan en la cara.

Se ha dicho tantas veces, por ejemplo, que la legalidad impediría por sí sola a Artur Mas aventurarse por el camino de la sedición, que sorprende la pasividad con que se asume en Madrid que nos hallemos ante el hecho cierto de que el proceso del golpe de Estado del separatismo en Cataluña entra en una nueva fase de abierto desacato. Nada sucede. Se confirma que la impunidad es la peste de esta sociedad. Se roba más que en otros lares porque aquí es gratis; se propugna la ruptura del Estado y el desprecio a sentencias y la Constitución, porque es políticamente productivo y económicamente beneficioso; y se agita en favor de la violencia en las calles desde las televisiones. Nada tiene sanción real, todo resulta rentable. Todos los delincuentes envalentonados. Ahora se sorprende el equipo de este ministro del Interior de la brutalidad, el desprecio a la ley y la falta de compasión que se encuentra en las bandas organizadas del terrorismo urbano de la ultraizquierda. Nadie que siguiera los mensajes lanzados por la izquierda en los pasados diez años puede sorprenderse. Una década de enseñanza de odio y revancha guerracivilista en el discurso de la izquierda ha generado en ciertos sectores de la juventud española daños permanentes. Con una militancia cuyo principal elemento no está en ningún proyecto ni ideario, sino en el concepto del enemigo, el mensaje lanzado desde las televisiones, desde las escuelas y desde todo el asociacionismo, es el de desenmascarar «la farsa de la transición y la reconciliación». Ha llegado el momento de saldar cuentas.

Pero este móvil político no es exclusivo de los ultraizquierdistas. Es un mensaje ya asumido por PSOE e Izquierda Unida. Hay dirigentes y militantes socialistas que no comparten ese discurso. Sin duda. Muchos. Pero eso es irrelevante. Porque carecen de un discurso político que pudiera ser alternativa a la derecha gobernante y a la izquierda «rupturista». O golpista, si se prefiere. En alianza con los separatismos de toda índole. Ahora, cuando los españoles más maltratados por la crisis llevan años de necesidad y malestar, creen que este proyecto tiene masa crítica. Hay prisa. Ha de utilizarse ya, antes de que resultados positivos en la economía pudieran desmovilizarla. El Gobierno ha ayudado a esta escalada de los que desafían la ley, sean separatistas, ladrones o vándalos. Desde Bolinaga, Durango a Gamonal, su mensaje permanente de debilidad o trivialización ha sido nefasto. La manifestación del sábado fue un modelo. Los partidos parlamentarios prestan toda cobertura y apoyo a unos convocantes con un mensaje golpista que niega legitimidad al Gobierno. Los convocantes, tras su mar de siglas, prestan a su vez apoyo a las bandas violentas e impunidad a sus detenidos. Estos grandes comandos crean el estado de excepción y alarma permanente que no permite al Gobierno exponer y rentabilizar su política. Y suplen la falta de proyecto político alternativo. Son tres columnas de la izquierda española que trabajan juntas y coordinadas en la división de trabajo para derribar al Gobierno. Si quedan entre ellos demócratas, están jugando con fuego.

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