The Unending Gift

domingo, marzo 16, 2014

SIN RETORNO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 15.03.14


Con Obama, Estados Unidos toca fondo en su credibilidad disuasoria

Sueños del Kremlin. Putin ha visto ahora cómo los ucranianos han frustrado su proyecto de Unión Euroasiática

     Dice el senador John MacCain que Obama no tiene la culpa de lo que sucede en Crimea. Pero también dice que, sin cierta política que representa ante todo Obama, sería impensable lo que está sucediendo en Crimea, lo que está pasando en Ucrania. No es solo Obama quien ha llevado al presidente de Rusia, Vladímir Putin, a desafiar a la comunidad internacional y especialmente a EE.UU., y a Europa como no se atrevió ni Stalin en la cumbre de su gloria tras ganar la Gran Guerra Patria. Cierto que, con Obama, EE.UU. toca fondo en su credibilidad disuasoria. Han sido muchos los que han demostrado en los últimos veinte años lo fácil que es doblarle el pulso y corromper a la comunidad de países más ricos y desarrollados.       Después del supuesto final de la historia y de las malogradas aventuras bélicas de EE.UU. por el globo, los norteamericanos están cansados de combatir y los europeos están agotados de pretender que lo han hecho.
     En la relación con Rusia había que ignorar todo lo que pudiera entorpecer los pingües negocios primarios con los magnates asociados al Kremlin. Se ignoró el terrible fracaso en la modernización de Rusia con su Estado fuerte y una sociedad en descomposición. Con un Putin convertido en un zar al que todo se permite en la crueldad contra los propios rusos. Sabe mucho de eso el exmagnate Mijail Jodorkovski que ha pasado diez años en mazmorras y en Siberia.
     Hace unos días acudió a Kiev a apoyar la independencia ucraniana y dijo que si el ejército quiere proteger a los rusos, que empiece por Moscú. Que empiecen por proteger a los ciudadanos dentro de sus fronteras, a los maltratados rusos en un país cuya esperanza de vida ha caído diez años desde la llegada al Kremlin de Putin. Había que callar y hacer negocio con las materias primas y los ricos de Moscú, desde Washington y desde Europa, cuando ya estaba claro que Rusia había puesto fin al proceso civilizatorio de crear un Estado de Derecho. Olvidando que un régimen antidemocrático, tarde o temprano, vuelca siempre su violencia también fuera de sus fronteras. El mejor símbolo de la falta de honradez en la postura de Europa hacia Rusia es el excanciller alemán Gerhardt Schröder, que se convirtió en empleado del Kremlin, oficialmente nada más dejar la cancillería. Vendido sin pudor al régimen neozarista. Putin ha visto ahora cómo los ucranianos, que saben lo que vale la libertad, han frustrado su proyecto de Eurasia. Que no podrá rehacer aunque machaque Ucrania con sus tanques. Quiere convertir su fracaso en una gran operación que cimente su poder total dentro de sus fronteras.
     Todo hace suponer que por eso llegará adonde jamás creyó nadie. Quizás tenga que arrepentirse de esta gran apuesta violenta, pese a tener enfrente a unos adversarios desarmados. Quizás Putin haya cometido otro gran error, que es acabar para siempre con la ensoñación en muchas capitales europeas, sobre todo Berlín, de una Rusia amable, leal y legal. El precio de la libertad siempre será distinto para unos y otros. Pero solo el hecho de que los europeos vean que la amenaza de Putin hoy a Ucrania es la de mañana a Polonia y el Báltico y pasado para Alemania y Finlandia o Noruega, sería el principio del fin de la aventura expansionista del nuevo zar.

0 comment(s):

Post a comment

<< Home