EL REPARTO DE LOS GRANDES ASESINOS
Por HERMANN TERTSCHABC Domingo, 31.08.14
PACTO DE HITLER Y STALIN
Stalin recibió su parte del «botín polaco» de manos de
Hitler como un gran regalo
Desconcierto Tras
hacerse público el Pacto, Moscú dio órdenes a todos los PC europeos de que
respetaran al nuevo aliado nazi
Tábula rasa Hitler se centró en el exterminio de los judíos polacos, y Stalin en la decapitación de sus élites civiles y militares
Soledad Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania, pero todo quedó en eso. Polonia estaba sola
Tábula rasa Hitler se centró en el exterminio de los judíos polacos, y Stalin en la decapitación de sus élites civiles y militares
Soledad Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania, pero todo quedó en eso. Polonia estaba sola
Hitler quería empezar
la guerra cinco días antes. El día 26 de agosto, para ser exactos. Cambió de
opinión a última hora. Tanto que un comando alemán infiltrado desde los vecinos
Sudetes para desactivar las cargas de dinamita de los túneles del Valle de
Jablonka, en el sur de Polonia, comenzó la guerra por su cuenta. Llevó a cabo
la operación y tuvo que retirarse apresuradamente y en total confusión cuando
anunciaba el éxito de la misión el 26. No se les había avisado. También el
acorazado alemán Schleswig Holstein se hallaba ya puntualmente el día 26 en la
ciudad libre de Danzig, arrebatada a Alemania en los Tratados de Versalles pese
a su población abrumadamente alemana. Esperaría cinco días antes de comenzar a
disparar contra la Westerplatte, en lo que ha pasado a ser en aquel terrible 1
de septiembre, hace mañana 75 años, el comienzo oficial de la Segunda Guerra
Mundial.
Francia e Inglaterra
acababan de reiterar sus garantías a Polonia. Amenazaban a Alemania con la
declaración de guerra si atacaba a su aliado polaco. Lo cierto es que con la
declaración de guerra ambos cumplieron el día 3. Pero para la suerte de Polonia
no significó nada. Londres y París reafirmaron su declaración tras anunciarse
el Pacto de No Agresión entre Berlín y Moscú que tanto había sorprendido a
todos. Éste lo habían firmado el 23 de agosto en Moscú los ministros de Asuntos
Exteriores del III Reich Alemán y de la Unión Soviética, Joachim von Ribbentrop
y Viacheslav Molotov en presencia de Stalin.
El gran dictador
soviético estaba feliz. Llevaban tiempo negociando un pacto general con
Alemania, pero nunca soñó con la oferta del otro gran dictador, Adolf Hitler.
Se lo había llevado en mano Von Ribbentrop dos días antes. Para Stalin era un
inmenso regalo. Tras las Grandes Purgas en Moscú, recuperaba todos los
territorios de la Rusia zarista perdidos en las guerras tras la revolución.
Tras diezmar al partido y a la cúpula del Ejército Rojo con el mariscal Mijail
Tujachevski a la cabeza, se apuntaba como mérito propio esas ansiadas
conquistas.
No todo el Pacto se
hacía público. Las claves del pacto estaban en el protocolo secreto. Allí
estaba la razón del entusiasmo de Stalin ante la oferta que no podía rechazar
de su nuevo socio y hasta entonces su mortal enemigo ideológico, Hitler. Aquel
mismo día salió de Moscú la orden del Komintern a todos los partidos comunistas
del mundo para que tratasen a la Alemania nacionalsocialista, al odiado
nazismo, con la deferencia que merece un camarada. Tras haberse enfrentado
brutalmente en la guerra de España y en todas las trincheras políticas, fue una
terrible conmoción en el movimiento comunista. Pero a Stalin se le obedecía. Y
así los dos dictadores se convirtieron en socios.
Aplastar un país
Las críticas y los
ataques al nazismo se desvanecieron hasta el 22 de junio de 1941 en que el
asalto de Alemania a la URSS rompió el maridaje. El protocolo entregaba a
Stalin las repúblicas bálticas, parte de Finlandia y la Besarabia y Bukovina
rumanas, pero el plato principal era Polonia. Hitler regalaba a Stalin toda la
Polonia oriental que había sido parte del imperio de los zares en su momento de
máxima expansión. Se borraba el oprobio de las derrotas del Ejército Rojo ante
las tropas de la renacida Polonia tras la I Guerra Mundial.
El asalto alemán a
Polonia, por tierra, mar y aire con un despliegue de inmensa superioridad en
hombres y
armas, debía aplastar
toda resistencia con rapidez. Desde el primer instante se produjeron ataques a
la población civil. El día 1 de septiembre, antes de amanecer, antes incluso de
que el Schleswig Holstein disparara contra la península de Westerplatte en
Danzig, 29 Stukas arrasaban el centro de la localidad de Wielun, de unos 25.000
habitantes. Con la población aún en sus camas, los aviones alemanes
bombardearon en tres oleadas la ciudad, sin relevancia militar, que fue
destruida en su totalidad, con iglesias, sinagogas, hospital y colegios
incluidos. Como mensaje inicial.
Decapitar las élites
Pero Wielun fue solo
la primera de decenas de ciudades y aldeas convertidas en escombros. En las
semanas siguientes y ante la encarnizada resistencia del ejército polaco, la
brutalidad alemana se disparó. La población civil sufría las represalias por
las bajas alemanas muy superiores a lo esperado. El 17 de septiembre fue el día
elegido por Stalin para comenzar a ocupar la parte de Polonia que le
correspondía. El ejército rojo cruzó en masa las fronteras orientales polacas.
Hubo ilusos que creyeron que los rusos llegaban en su ayuda contra los
alemanes. Hasta que los soldados soviéticos comenzaron a matarlos.
Stalin quería
exterminar a todas las elites polacas para impedir para siempre un resurgir de
aquella nación. La matanza de miles de oficiales polacos de Katyn era parte de
esta operación. También las SS aplicaban sus planes de decapitación de élites.
Otros centenares de miles de polacos marchaban al mismo tiempo hacia el Reich
alemán como prisioneros para trabajos forzosos. Rusos y alemanes aplicaron los
mismos brutales métodos en la parte de Polonia que les correspondía de aquel
ominoso pacto. El factor distintivo fue el trato a los judíos que en Polonia
eran millones. La matanza de judíos por los alemanes comenzó de inmediato.
El 25 de septiembre,
pese a la inmensa superioridad alemana frente a vieja artillería y caballos
polacos, aun no había caído Varsovia. Los bombardeos sobre la ciudad con miles
de toneladas de bombas no tenían precedentes hasta entonces. Varsovia,
destruida, cayó el 28 de septiembre. El 6 de octubre se entregaban las últimas
fuerzas polacas. Pero Polonia jamás se rindió. Soviéticos y alemanes
colaboraron en aplastar diversos focos como el de Lvov hasta que se dieron la
mano en la nueva frontera común. Hitler habló de una alianza cimentada en
sangre. Y dijo que Alemania y Rusia juntos garantizaban que Polonia jamás
volvería a existir. Polonia estaba sola. Francia e Inglaterra habían declarado
la guerra a Alemania. Pero todo quedó en eso. No hubo segundo frente. Hasta el
10 de mayo de 1940, en que Hitler decidió que había que ir a Paris y en seis
semanas allí estaba.

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