NADIE QUE NOS SALVE
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 25.11.14
POCAS cosas tienen hoy tanta gracia, tanta triste gracia,
como esas esperanzas que ponen algunos españoles en que la Unión Europea salve
a España de los daños que ella se inflige. Porque muchos creen que Europa jamás
permitirá que España caiga en manos de unos nuevos bárbaros con ideología vieja
y métodos conocidos. Se equivocan. Si los españoles permiten que España se
rompa y que en una región, Cataluña, sea tomada por un régimen nacionalista
cada vez más tribal y fascistoide, lo constatará Europa con tristeza y
desprecio. Y si España decide además votar una opción neobolchevique que
destruya los fundamentos de la democracia liberal europea, Europa lo verá con
horror y pesar. Pero no intervendrá. Aprovechará para alejarse y soltar lastre.
Como lo soltará en Grecia. Nadie espere que desde fuera se repare lo que aquí
se destroza. No lo harían aunque pudieran. Pero además, aunque la crisis moral,
política y social de España no tenga parangón en Europa, las grietas afectan a
todas las sociedades europeas en mayor o menor grado. En todas surgen
movimientos hostiles al europeísmo. Los hostiles a la política europea no son
los más peligrosos. Más graves son las rígidas tablas de «pensamiento» que
estrangulan la libertad y la capacidad de reacción y autodefensa de la sociedad
abierta. La que generó este sistema de libertades y prosperidad, único en el
mundo. Nos hace inermes el pensamiento dogmático de la corrección política. Que
impone máxima tolerancia ante las formas enemigas de la sociedad abierta y nula
tolerancia al debate de pensamiento abierto y libre que está en el origen de
ciencia, pensamiento, ilustración y democracia. Por esas reglas dominantes,
nadie puede atacar al islam y nadie defender a Israel. Nadie puede objetar al
matrimonio gay y nadie, a la teoría del calentamiento global. Nadie puede pedir
un mayor presupuesto militar sin ser acosado y vilipendiado. Todas las
sociedades están afectadas en mayor o menor grado. Las que menos, no es
casualidad, las que tienen la memoria fresca de la dictadura soviética. Que
guardan temor a la dictadura y aún sienten y disfrutan la libertad y la
respetan tanto como a la falta de la misma. Una falta de libertad que las
sociedades occidentales ya no conocen. Y por ello no reconocen cuando avanza.
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